Cuento La Lira

UN HAZ DE LUZ


El día en que Lucia nació, las aves detuvieron su vuelo para refugiarse en sus nidos, los animales corrieron a sus madrigueras, el viento dejó de susurrar en las hojas de los árboles y parecía que el tiempo se hubiese detenido en el mismo instante en que rompió en llanto tratando de llenar sus diminutos pulmones con el primer aliento. Por fin después de varios intentos habíanlogrado traer una pequeña criaturita con vida a este mundo; pero como el destino es caprichoso y se deleita jugando a la ruleta rusa, el feliz evento se vio opacado pues esta vez su madre no corrió con la misma suerte de los episodios anteriores. Varios días después del alumbramiento; que había sido bastante complicado, Doña Juana de Raigoza apenas si podía mecer la cunita donde reposabaapaciblemente su niña; extendiendo con mucha dificultad su desgastado cuerpo, se inclinó sobre su bebita y absorta se quedó pensando en lo increíble que era encontrar tan desbordante belleza en un cuerpecito tan menudito. Su inocente rostro con la más insignificante sonrisita parecía resplandecer como cuando un haz de luz atraviesa un prisma de cristal. Sacando fuerzas de donde no tenía estiró sus brazos yla tomó para amamantarla… tenía que aprovechar el mayor tiempo posible. La bendijo y daba gracias a Dios por la felicidad que le había traído desde el instante en que escuchó su primer llanto, prueba de que por fin tanto esfuerzo no había sido en vano. Ensimismada contemplaba a Lucia, sintiendo el indescriptible placer que experimenta una madre al saber que el alimento que manaba de sus pechosfortalecía el aún frágil organismo de su angelito, y así ni siquiera fue consciente del momento en que la vida se le fue escapando lentamente de su cuerpo… exhaló el último y cálido aliento dejándole con este en herencia a su pequeña, la parte más fuerte de su carácter y temperamento. La leche continuó manando durante unos minutos más aún después de que el corazón se detuviera. Cuando la leche dejóde llegar a los pequeños labios de la niña, esta rompió en llanto y aunque Don Bautista estaba en el taller bastante retirado de la habitación, supo perfectamente lo que había sucedido.

En ese momento creyó que no iba a poder soportar semejante dolor, él se lo había suplicado varias veces a su esposa, él sabía perfectamente que en uno de los intentos por darle un hijo al mundo se tendría que irella y la verdad prefería quedarse sin un heredero que sacrificar la vida del ser que más amaba sobre la faz de la tierra, de la única mujer capaz de pintar su vida de esperanza con solo una sonrisa de sus labios. El problema siempre fue que Doña Juana no compartía ese pensamiento y en medio de su gran anhelo por ser madre y la terquedad que la había caracterizado siempre, terminó materializandoel más grande temor de Don Bautista. Ese mismo dolor lo llevó a sentir rabia con su esposa por su obstinación, rabia con la vida por no haberle permitido tener una madre para su hija, rabia con Dios por haberle dejado solo y arrebatarle el amor cuando más lo necesitaba… y lo peor de todo era que este sentimiento le condujo inclusive a experimentar cierto repudio por ese pequeñito ser, que aunqueno tenía culpa alguna había sido el detonante de la muerte más temida.

Pasaron muchos días para que Don Bautista tomara conciencia de que Lucia también era una víctima más de la circunstancia y que ese sentimiento lejos de devolverle su vida como la conocía hasta el momento del alumbramiento, lo único que hacía era amargarle la existencia; el simple hecho de mirar el rostro luminoso y sereno dela niña le causaba un huracán de sentimientos encontrados… la guerra interna entre el amor de padre y el coraje de amante. Solo la ayuda divina le llevó a saber que refugiarse en la niña era más fácil que abandonar a los dos al tedio de la soledad y la tristeza, del abandono. Tomó conciencia de la necesidad mutua que se había creado entre su hija y él en el mismo momento que su esposa había...