cuento largo
¡Viernes! si ahora lo recuerdo, fue un viernes, no un día cualquiera, para nada, un viernes hermoso. Aún siento la brisa golpeando mi rostro, brisa típica de verano en mi pueblo,todavía escucho los gritos de mi madre y el llanto de Benito mi hermano menor.
– ¿Mi papa? -interrumpía Paco-
- Si, tu papa, aunque no lo creas desde pequeño fue un llorón , no podías hacerle nadaporque rápido iba a darle la queja a tu abuelita, algo que era una verdadera injusticia.
- ¿Se llegaron a pelear?
— Pocas veces, y casi siempre me llevaba la peor parte, pero dime ¿quieres que te sigacontando?
- Claro tío, continúa. –exclamaba con gran admiración–
—¿En qué estaba?
— En que...
— Si si sí ya me acorde. Pues en esos tiempos todo marchaba bien, no como ahora que todo es oscuridad, pero ese día Paquito, ese día lo recuerdo con mucho cariño, tu abuelita me había pedido que llevara a tu papa al médico, ya que ella iría en busca de trabajo, ella se enfrentaba con el problema deser madre soltera, pues tu abuelo había partido semanas después del nacimiento de tu papa, algo que nunca supere, en ese momento me sentía un poco molesto pues el hospital no se encontraba nada cercay había faltado a la escuela, aún así allí me encontraba cargando un niño de 2 años, y frente a mi una leve llovizna y muchas cuadras por caminar, durante el camino me encontré a Don José unjubilado del gobierno que después de 30 años de servicio decidió poner una tienda a tan sólo dos cuadras de mi casa, era ahí donde tu abuelita me mandaba a las tortillas, el señor me caía bien, pues aveces me regalaba uno que otro dulce, después de saludarle como de costumbre, seguimos caminando y fue cuando de pronto pasamos frente a Esmeralda, una jovencita, en ese entonces de mi edad muy bonita,no he olvidado ni un solo detalle, solía utilizar lentes que le cubrían unos hermosos ojos cafés, su piel era blanca como el algodón, rodeada de unas cuantas pecas, su pelo largó de color marrón...
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