Cuento Latinoamericano

Páginas: 9 (2057 palabras) Publicado: 8 de noviembre de 2015
Los que ignoran que están muertos
Los muertos —me había dicho varias veces mi amigo el viejecito espiritista, y por mi
parte había encontrado, varias veces también, la misma observación en mis lecturas
—, los muertos, señor mío, no saben que se han muerto.
No lo saben sino después de cierto tiempo, cuando un espíritu caritativo se los dice,
para despegarlos definitivamente de las miserias de estemundo.
Generalmente se creen aún enfermos de la enfermedad de que murieron; se quejan,
piden medicinas...
Están como en una especie de adormecimiento, de bruma, de los cuales va
desprendiéndose poco a poco la divina crisálida del alma.
Los menos puros, los que han muerto más apegados a las cosas, vagan en derredor
nuestro, presas de un desconcierto y de una desorientación por todo extremoangustiosos.
Sienten dolores, hambre, sed, exactamente como si vivieran, no de otra suerte que el
amputado siente que posee y aun que le duele el miembro que se le segregó.
Nos hablan, se interponen en nuestro camino, y desesperan al advertir que no los
vemos ni les hacemos caso. Entonces se creen víctimas de una pesadilla y anhelan
despertar.
Pero la impresión más poderosa —como más cercana—, es la deque les sigue
doliendo aquello que los mató.
Y, en efecto, una tarde en que por curiosidad asistí a cierta sesión espiritista, pude
comprobarlo.
La médium era parlante. (Ustedes saben que hay médiums auditivos, videntes,
materializadores, etc.).
Las almas de los muertos se servían de su boca para conversar con los presentes, o
como si dijéramos hablaban por boca de ganso.
Debo advertir, a fin deque no parezca a ustedes ilógico ni en contradicción con lo
que he dicho lo que voy a relatar, que no es preciso que un muerto sepa que está
muerto para hablar u obrar por ministerio de un médium.
En ese sopor a que me refería antes, los espíritus recientemente desencarnados
rondan a los vivos e instintiva, maquinalmente, cuando encuentran un médium lo
aprovechan para comunicarse, no de otra suerteque un viandante, aunque no esté en

sus cabales, por instinto también, aprovecha un puente para llegar al otro lado del
río.
Empezó, pues, la sesión sin matar las luces, y la médium cayó en trance.
Momentos después, exclamaba:
—¡Estoy mal herido! ¡Socórranme! » y se apretaba con ambas manos el costado
derecho.
—¿Quién es usted? —preguntó el que presidía la sesión.
—Soy Valente Martínez, y me hanherido aquí, en la plazuela del Carmen; me han
herido a traición. Estoy desangrándome... Vengan a levantarme.
Y por la cara de la médium pasaban como oleadas de dolor y de agonía.
Muchos de los allí presentes experimentamos gran sorpresa, porque, en efecto, en los
periódicos de la última semana se había hablado con lujo de detalles del asesinato
de Valente Martínez, cometido a mansalva por unceloso. Así, pues, la sesión se
volvía interesante.
—¡Vengan a levantarme! —seguía diciendo con inflexión plañidera la médium—. Me
estoy desangrando: es una falta de caridad dejarme así, tirado en una plazuela...
—Está usted en un error, insinuó entonces el que presidía: cree usted estar herido y
abandonado en la calle; pero en realidad está usted muerto!
—¡Muerto yo! —exclamó la médium con dolorosasorna. ¡Muerto! ¡Le digo a usted
que estoy mal herido!
Y seguía apretándose el costado.
—Está usted muerto y bien muerto. Murió usted de la puñalada el viernes último en
el hospital de San Lucas.
La médium se impacientaba:
—¡Es una falta de caridad dejarme tirado como a un perro! ¡como a un perro, sí, en
medio de la calle!
Y se retorcía en su asiento.
—De suerte —preguntó el que presidía—: ¿queusted insiste en que está vivo?
—Sí ¡y mal herido! Ayúdenme a levantarme. ¡No sean malos!

—Pues le voy a probar a usted que está muerto: Usted ¿qué es, hombre o mujer?
—Vaya una pregunta necia: soy hombre!
—¿Está usted seguro?
La médium hizo un movimiento de contrariedad:
—¡Que si estoy seguro! ¡Qué ocurrencia!
Bueno, pues tóquese usted la cara y el pecho.
La médium se llevó la diestra a las...
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