Cuento para pensar

MI ÚNICO DISPARO

Era un gatito blanco. Tenía revueltos y rizados los pelos a causa de la lluvia y el barro; su cuerpecito tiritaba de frío y de miedo. Lo encontré en el campo, acurrucado junto auna valla, estaba encogido y su aspecto era muy deplorable. Al verme, maulló con voz lastimera y me miró con unos ojos que expresaban tanto la esperanza como el temor. Parecía muy joven y ya estabaesquelético. Probablemente alguien había querido arrojarlo al río, pero, arrepentido, lo dejó junto a aquella valla, para que no encontrase el camino de la casa y muriese de hambre. Tal vez ya no era elprimer día que estaba allí, hambriento y aterido…
Pero, ¿qué importaba? Ese animalito no me importaba para nada… Y me alegré de habérmelo tropezado, lo mismo que un cazador a la vista de una liebre.Precisamente iba armado. Llevaba el arco colgado del hombro y unas flechas en la mano; me sentía como un verdadero habitante de las selvas de América. Aunque yo era sólo alumno de la segunda clasedel colegio, imaginaba ser un gigante que no temería enfrentarse con una manada de lobos.
Y lo que había delante de mí no era sino un pequeño gato esquelético… Retrocedí unos diez pasos, me quité elarco del hombro, coloqué una flecha y apunté…
El desdichado animalito me miraba con sus ojitos tristes, como preguntándome qué me proponía hacer… La flecha zumbó por los aires, el gatito cayóderribado, maulló lastimeramente, y estiró las patitas.
Había dado en el blanco. Como un verdadero cazador, me acerque corriendo a la presa. Pero, de pronto, sentí frío en el corazón, y me detuvesorprendido.
La cara del gato expresaba un dolor indescriptible, tenía los ojos entreabiertos. Haciendo un último esfuerzo, trató de apoyarse sobre las patitas delanteras y comenzó a reptar, arrastrando por latierra su cuerpecillo. Al propio tiempo arrastraba también la flecha, clavada en el pecho. Manaban de la herida grandes borbotones de sangre, que se coagulaban sobre la tierra. Anonadado, sin saber...