Cuento Para Un Nin O Parlanchin

Para un niño (a) que está siempre hablando.

Justo el otro día, Madre Viento del Oeste había estado llamando a las Alegres Pequeñas Brisas: “el Otoño está llegando al campo y a la ciudad”.
Ellaguió a las Brisas, sus hijas, a través del cielo, y ellas pudieron sentir que el Padre Sol estaba suavizando sus rayos. El había escuchado a la Hermana Otoño, quien le había pedido que selevantara un poco más tarde en las mañanas y se fuera a la cama un poco más temprano.
Ah, se podía escuchar a la gente allá abajo que decía que sus rayos ya no eran tan quemantes como en verano y estabanagradecidos que Él los hubiera escuchado.
Entonces Madre Viento Oeste se dio vuelta y les susurró a las Alegres Pequeñas Brisas: “ahora vamos a soplar por el valle y vamos a ver qué ha traído laHermana Otoño para los árboles. Estén muy calladitas para que yo pueda mostrarles el camino”. Pero una de las Brisas, que se llamaba Tempestuoso, él no hizo caso a su Madre y sopló tan rápido quelas otras Brisas no podían escuchar a su madre.
Al principio, sus hermanos y hermanas tuvieron paciencia, esperando que se calmara. Pero él no se calmaba, estaba tan lleno de su propio viento.Madre le dijo a Tempestuoso que se quedara en una pequeña quebrada donde podía soplar todo lo que quisiera. Después llamó a las otras para que la siguieran y oh, lo que vieron las Alegres PequeñasBrisas cuando muy calladitas escucharon a su Madre que les mostró los mágicos colores de Hermana Otoño! (susurre esta parte) : ¡miren ahí, mis niños, vean eso, mis pequeñitos, oh, qué maravillaallá…!
Pudieron ver cómo Hermana Otoño pintaba algunos árboles con un cálido dorado, con un naranja herrumbroso, con un rojo de fuego. ¡Qué visión adorable era!
Esa tarde, cuando compartieron conTempestuoso lo que habían visto, él se puso muy triste. Deseó haber hecho caso y haber ido a esa aventura. En vez de eso, se había sentido solo y hasta se había cansado de sus propios ruidos...