Cuento Sobre Acompañamiento Terapeutico

Páginas: 56 (13805 palabras) Publicado: 14 de marzo de 2013
Kenzaburo Oé AGÜÍ, EL MONSTRUO DEL CIELO

Cuando estoy solo en mi habitación, me pongo un parche negro de pirata sobre el ojo derecho. Con ese ojo veo, aunque, a decir verdad, bastante mal. Dicho de otro modo, mi ojo derecho no está del todo privado de visión. Por tanto, cuando quiero mirar nuestro mundo con los dos ojos, lo que percibo son dos mundos superpuestos: uno luminoso y claro,sorprendentemente nítido; el otro impreciso y sutilmente sombrío. Y a veces me ocurre que, andando por una calle bien pavimentada, me paro en seco, como una rata que acaba de salir de las cloacas, amenazado por una sensación de inseguridad y de peligro. Otras veces, creo descubrir una sombra de malhumor y de fatiga en la cara de algún amigo jovial y, al punto, me invade una turbación que me hacetartamudear y da al traste con nuestra conversación amigable e intrascendente. Por supuesto, me acostumbraré; pero, si no lo consigo, estoy decidido a llevar el parche negro no sólo en mi habitación, sino también en la calle, delante de mis amigos, en todas partes. La gente que se cruce en mi camino tal vez se vuelva a mi paso con una sonrisa de conmiseración ante lo que considere una broma trasnochada,pero ya he superado la edad en la que el qué dirán nos preocupa. La historia que me he propuesto contar se refiere a lo que me sucedió cuando, por primera vez en mi vida, trabajé para ganar algún dinero. Y si he empezado hablando de mi desafortunado ojo derecho, es porque dicha experiencia laboral, que se remonta a diez años atrás, me volvió de repente a la memoria, así, sin más, precisamente araíz del brutal accidente sobrevenido a mi ojo derecho. Y al rememorarla me liberé del odio que abrasaba mi corazón y al que empezaba a sentirme encadenado. Acerca del accidente en sí, no hablaré hasta el final Así pues, hace diez años, en el momento en que empieza mi historia, yo veía perfectamente con ambos ojos. Ahora, uno de ellos está deteriorado sin remedio. El tiempo ha cambiado de aspecto; esun tiempo que ha dado un salto desde el trampolín que constituye un globo ocular reventado por una pedrada. Antes de conocer a aquel loco sentimental, la idea que yo tenía del tiempo era extraordinariamente infantil. Ignoraba esta sensación torturadora del tiempo que, por detrás, nos clava la mirada en la espalda y, por delante, espera nuestro paso para tendernos una emboscada. Hace diez años, amis dieciocho, con mis cincuenta kilos y mi metro setenta, acababa de entrar en la universidad y buscaba un trabajo eventual. Aunque aún tenía dificultades para leer en francés, quería comprarme una edición encuadernada, en dos tomos, de L’ame enchantée. Esta edición había sido hecha en Moscú, y llevaba un prefacio en ruso; las notas a pie de página y el colofón también estaban en alfabetocirílico, y, asimismo, el texto francés tenía numerosos trazos, finos como hebras, que unían unas letras con las otras. Una edición extraña que, comparada con la edición francesa, era mucho más robusta, más elegante y, sobre todo, muchísimo más barata. La hallé en una librería especializada en importación de obras procedentes de la Europa del Este. Yo no tenía el menor interés por Romain Rolland, pero, aunasí, puse todo mi empeño en hacerme con los dos tomos. Por aquel entonces, a menudo era presa de extraños arrebatos como éste, lo cual, por otra parte, no me sorprendía; tenia la convicción de que si mi arrebato estaba lleno de ardor, no tenía motivo alguno para inquietarme.

Acababa de entrar en la universidad y todavía no me había inscrito, en la oficina de empleo para estudiantes, por loque buscaba trabajo a través de amigos y conocidos. Fue así como un banquero, a quien me había presentado mi tío, me ofreció un empleo. El banquero me preguntó: —¿Has visto la película El invisible Harvey? —Sí, la he visto —contesté, esbozando una sonrisa de disponibilidad absoluta, propia de las personas que están a punto de ser empleadas por primera vez en su vida. En esa película James...
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