Cuento

Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.
Uno, dos, tres, despierta.
De pronto una luz la encandila,cegándola.
La imagen del médico fue apareciendo de a poco, al tiempo que su conciencia regresaba.
Siempre era lo mismo. Meses soñando con la extraña mujer y aún no había signo de mejoría.Este era el tercer médico que la examinaba, debido a que los dos anteriores se declararon incompetentes. Aquella mujer, sola, sentada en la habitación, le producía pánico. ¿Quién era? ¿Por qué soñabatodas las semanas con ella? ¿Qué es lo que buscaba?
El trance al que ingresaba cada vez que recurría a una sesión de hipnosis solo la había angustiado más de lo que ya estaba, por lo que la ideade una regresión sinestésica le producía total desconfianza, además que no creía en nada que no pudiera ver o sentir. Sin embargo, una extraña intuición la convencía de aceptar el tratamiento.Pasadas las dos semanas desde su última visita, volvió a nerviosa a la consulta. Transpiraba helado. Esto le evocó su primer día de clases en la universidad y rió de lo estúpida que se veía aquellavez y se relajó un poco, agradeciendo que aquel pensamiento haya venido a su mente.
Al ingresar a la sala, vio a un hombre anciano junto al médico que la había visto la última vez. Suextraño aspecto tipo hippie setentero y su mirada complaciente le daba una inexplicable confianza. No tenía ni la más mínima idea de lo que conocería con aquel personaje.
Se acomodó lo más quepudo en el gran sillón rojo, cerró los ojos e inmediatamente la imagen de la mujer sentada en la casa apareció. Un silencio reinaba en esa habitación, y sintió que el frío penetraba sus poros hastaalojarse en la sangre. Quiso acercarse a conversar con ella pero una fuerza se lo impedía. Sintió que la cálida voz del anciano (supuso que era de él) comenzó a guiarla a través de la pieza. Era...