Cuento
La pobre mujer despert[o s[ubitamente jjusto antes de que aquellas fauces de reptil le succionaran la vida. Eran unas quinceaquellas criaturitas que oscilaban juguetonas en torno a ella moslest[andole con insultos y risas, dislizandose en un espacio de fluidos, todos nadando en un solo sue;o mientras ella vomitaba del asco ydel horrot. Fue el colmo porque su v[omito era verde, casi incesante, se dilu[ia entre el contexto fluido y parec[ia de desaparec[ia despues de haberla recorrido por su vientre y entre sus piernas.Alguno de los cocodrilos parec[ian que hac[ian buches con el l[iquido para despu[es escupirlo y tambien tragando gran parte, contituyendo as[i un ciclo de repugnancia, un di[aglogo asqueroso dondepregunta y respuesta fluian reintegrandose al peque;o manto acuantico del espacio donde se encontraban. En cuyo espacio y tiempo flotaban algunos fragmentos de comida ya digerida. Alimento que minutosantes se encontraba en el interior de algunos de los est[omagos. Primero. Sequito de encima uno de esos reptiles que ya tenía intenciones de morderle uno de los brzos. Lo sujetó con ambas manos y lo arojóa la pared con suficiente fuerza para provocarle ruptura de cráneo y muerte inmediata. Otro de esos escamosos se abalanzó directamente al seno derecho, ella intentó quitarse de ahí pero no puedo yaque el peso de otros dos la tenían sujeta de piernas y brazos y tuvo que dejarse oler por el reptil , sentir as escamas en la piel, la lengua casi negra, como en un valle perdida entre montañaspuntiagudas y filosas. Lo sintió lo rasposo de todo el cuerpo hediondo cuando se resregaba en su cuerpo haciéndolo sangrar con la fricción. Una y otra vies, sin detenerse, sin saciarse, el reptil sepaseaba entre ella aún sin morderla, como en un acto en el que la modida debía esperar como todo orgasmo, y él parecía disfrutar con placer la tortura de la espera en ella. Otro caiman le miraba...
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