Cuento

El accidente o el pacto

Estaba recién entrada la madrugada cuando Emilia recibió la llamada, le dijeron que su esposo había sufrido un accidente con el auto y que su vida estaba gravemente comprometida.

Ella no salía de su ensimismamiento, un asombro seco y a la vez turbio, como los de esos fantasmas indecisos de en qué realidad se encuentran. Un pasmo corpóreo se contraponía y escondía unaebullición interior, un furor confuso de pensamientos, que en su divergencias y convergencias retorcidas, retenían toda reacción emocional. En realidad no atendió los detalles, garrapateó en un papel maquinalmente casi obedeciendo una orden enfática y dictatorial al otro lado de la línea, no colgó el auricular, no prorrumpió en llanto. No pidió más detalles histéricamente como se hubieraesperado.

Estuvo un poco torpe al alistarse, tropezó con todo; el escándalo despertó a los hijos. El mayor sin entender y tampoco atinar a decir nada se vistió rápidamente y estuvo a la espera en la puerta. La madre no objetó, a pesar que los otros dos menores quedarían solos. Solo los atisbó, ambos apostados cerca a la puerta de la habitación, amparados en la oscuridad, uno al lado del otro comocubriéndose entre ellos, observando curiosos lo que se desarrollaba fuera, sin dejarse ver, aunque sabiéndose vistos. No era la primera vez que quedaban en tal desamparo, estaban avezados y aguantaban la soledad y la incertidumbre sin problemas, casi con fatalidad, sin revelarse. No era la primera vez que los componentes de la familia, se entendían sin mediar palabras, habían desarrollado un mutismocasi visceral ante los hechos, que se había instaurado y se arraigaba indefectible . Toda expresión de rebeldía ante las adversidades resultaba estéril ante la fuerza de los hechos a los que habían asistido. Era una familia hecha de miradas, con un entendimiento intuitivo de toda sutilidad que se podía albergar en los gestos. Los pequeños jamás habían hecho la pataleta propia infantil y habíanobservado asustados el acceso y el paroxismo de otros niños. Les gobernaba una solidaridad, una comunidad ante cualquier crudeza que les tocara vivir.

A Emilia , el sentimiento de culpabilidad que sentía siempre y que siempre llevaba a cuestas, adquirió dimensiones y peso no conocidas, sintió la opresión del acongojamiento en las costillas que crepitaron de dolor. Los dejaba tantas veces, comohabía sido imperioso hacerlo. Pero, sentía que hoy no los podía dejar y si esto fuera, los dejaba más solos que nunca, sin embargo, el estado indefinido en que se encontraba la volvía contemplativa. Avanzó con su hijo como un barco en tinieblas navegaría, sin vislumbrar claramente la forma de sus ideas, sin determinación y vacilante. Aceptó la compañía del hijo solo porque estaba falta decualquier voluntad.

Llamó un taxi y pidió ser llevada al hospital más alejado de la ciudad. Lo dijo casi a la fuerza, después de un tanto, después de debatir consigo misma, casi sin mirarlo para evitar dar más señas. Lo dijo incómoda consigo misma, casi impersonal.

Emilia estaba apoyada contra el vidrio del taxi y su hijo la observaba de reojo, indeciso de mirarla abiertamente, hubiera queridollenarla de empatía o solidaridad, pero temía mancharla de inquisición e inquietud. Se sentía acortado. Eduardo siempre se había sentido así, siempre detrás de un vidrio, imposibilitado al acercamiento sentimental y a la demostración de lo que fluye en sus entrañas. Sentía deseos de abrazarla y un miedo atroz de no saber hacerlo. Como si su cuerpo no pudiera fijar las coordenadas de los movimientos, lafuerza, la velocidad, la presión que debía adquirir la ejecución del contacto, temía no lograr asirla o golpearla y haber dado otro mensaje diferente con sus torpes acciones. Lo desanimaba aun más el hecho que de lograrlo no pudiera trasmitir nada, como si el efluvio de todo lo sentido no circulara por sus extremidades.

Su padre había evitado siempre la semántica amorosa en sus palabras....