Cuento

En la Marisela

¡Tiene que aprender a nadar!, y lo lanzo al agua ¡ve a ver si te dejáis ahogar! Ese era el método del tío Román, -un poco ortodoxo pero efectivo. A los pocos días se sumergía enbusca de baldes y otras cosas que se caían por la borda. Así trascurrió el tiempo, y el niño se fortaleció a fuerza de faena y pescado.
El tío Román era el cocinero. Cuando la preguntaban que habíapara almorzar contestaba: mojito, o fifí, o pescado esmecha'o que eran lo mismo. A penas con nueve años, Celestino fue llevado a sus tíos Manuel y Román, que eran piaragüeros. La idea era que sealimentara, pues ya uno de sus hermanos –José Ramón–, había muerto por mal alimentado.
La Marisela se llamaba la piragua del Tío Manuel, que se encargaba de llevar y traer mercancía del puerto de Maracaiboa Punto Fijo y pueblos marinos aledaños.
La mañana de aquel viaje transcurrió como todos los días. El malecón presentaba la estampa típica. Los buchones casi domesticados se atravesaban al paso delos transeúntes que caminaban a lo largo de las filas de ruedas de plátanos que venían del sur del lago. La Marisela, ya cargada partió rumbo a Punto Fijo, con cuatro tripulantes, Manuel el capitán,Román el cocinero, el colombiano Candelario como marino y Celestino.
La travesía fue buena. Por primera vez Celestino veía ante sus ojos aquellos paisajes marinos y el golfo a todo su ancho. Al salirde la barra vieron las toninas que todavía en aquella época solían salir a las aguas aún dulces del Coquivacoa.
Llegaron primero a Punto Fijo, ciudad que apenas se había fundado para el asentamientode las refinerías de Amuay y Cardón. Luego partieron para Aruba, una pequeña isla antillana de apenas 30 Km. de largo y 8 Km. de ancho, pero era un buen punto de comercio. A Celestino no lo dejaronbajar en Aruba. A penas un vistazo al malecón desde la embarcación.
Como todos los amaneceres, el tío Román se paraba a contemplar el horizonte, y leía en sus signos, acontecimientos atmosféricos que...