cuento
Había una vez...
... Una amplia donde pastaban las y las. Y del otro lado de la extensa pradera, se hallaba el hermoso rodeado de avellanos.
El centro del jardín era dominado porun totalmente cubierto de flores durante todo el. Y allí, en ese aromático, vivía un, con todo lo que representaba su, a cuestas, pues sobre sus espaldas llevaba su y sus pertenencias.
Y sehablaba a sí mismo sobre su momento de ser útil en la vida:–¡Paciencia! –decía el caracol–. Ya llegará mi. Haré mucho más que dar o avellanas, muchísimo más que dar leche como las y las. –Esperamos muchode ti –dijo el–. ¿Podría saberse cuándo me enseñarás lo que eres capaz de hacer?
–Necesito tiempo para –dijo el–; ustedes siempre están de prisa. No, así no se preparan las. Un año más tarde el sehallaba tomando el casi en el mismo sitio que antes, mientras el rosal se afanaba en echar y mantener la lozanía de sus, siempre frescas, siempre nuevas. El sacó medio cuerpo afuera, estiró suscuernecillos y los encogió de nuevo.
–Nada ha cambiado –dijo–. No se advierte el más insignificante progreso. El sigue con sus, y eso es todo lo que hace.
Pasó el y vino el, y el continuó dandoy hasta que llegó la. El tiempo se hizo y hosco. El se inclinó hacia la tierra; el se escondió bajo el.
Luego comenzó una nueva estación, y las salieron al aire y el hizo lo mismo. –Ahora yaeres un rosal viejo –dijo el caracol–. Pronto tendrás que ir pensando en. Ya has dado al cuanto tenías dentro de ti. Si era o no de mucho valor, es cosa que no he tenido de con calma. Pero está claroque no has hecho nada por tu, pues en ese caso tendrías muy distintos que ofrecernos. ¿Qué dices a esto? Pronto no serás más que un seco... ¿Te das cuenta de lo que quiero decirte?
–Me –dijo el–.Nunca he en ello. –Claro, nunca te has en en nada. ¿Te preguntaste alguna vez por qué y cómo, por qué lo hacías de esa manera y de no de otra?
–No –contestó el–.de puro contento, porque no...
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