cuento

AVENIDA LA PLAYA, 207


-Claro que sí, señorita. Fue un martes. Me acuerdo porque justo ese día pasaba el camión de la basura, y a mi se me había olvidado sacarla. En esos días estaban haciendounas reparaciones en mi casa porque en un oleaje anterior se habían agrietado algunas paredes, y era necesario arreglarlas. La mayoría de las veces, cuando yo regresaba del trabajo, la encontrabasentada sobre la arena mirando a los obreros hacer las mezclas y arrojarlas sobre las paredes sin pintura.

-No, señorita reportera, nosotras nunca hablamos. Nuestra comunicación se limitaba a un saludomuy ocasional, y eso cuando ella me contestaba. En una ocasión me dio mucha rabia que yo le hablara y ella no me respondiera. Furiosa le comente a mi esposo, pero él me convenció que era una bobada,que yo no sabía que problemas tenía, que la educación no peleaba con nadie. Después de eso sólo la saludaba, pero no trataba de conversar con ella. ¿Sabe...? En esa ocasión tenía unos rasguños muyraros en la cara, y las pupilas dilatadas. No estoy segura, pero me pareció verle un ojo azul y uno negro. Dios me libre!... Ahora que lo menciona, una vez se me acabó el café y tuve que pedirle unataza. Cuando abrió la vi vestida con una manta blanca salpicada de algo rojo. Podría ser sangre, o vino... no sé. Tenia el pelo desordenado, y estaba maquillada en exceso, y muy feo. En los labios teniacolorete azul, en los ojos pestañina roja, y en los pómulos tenia unas estrellas, y unas lunas... y unos grandes moretones en el cuello. Me dio mucho miedo, pero no me atreví a preguntarle nada porqueen sus ojos me demostró que yo no era bienvenida, y menos en esos instantes. Me dio la taza y no dijo ni una sola palabra. Tan raro, no?

-No, señorita, no pude ver el interior de la casa, perodesde la playa, en algunas noches, sobre todos los martes y los jueves, se veía como si estuviera toda iluminada por dentro con muchísimas velas, de distintos tamaños y calibres. Era muy hermoso, pero a...