cuento
Elmo Valencia
Había una mujer tan bella que muy pronto quedó embarazada. Sin embargo a nadie preocupó lo más mínimo este hecho, muy normal dentro del prodigio de lanaturaleza. Pero a Cielo - que así se llamaba la mujer - le sucedió algo tan extraño que su embarazo por un momento hizo temblar las leyes biológicas de la perpetuidad de nuestra especie.
Sucedió quefueron pasando los meses y los meses, y a Cielo, como es de suponerse, le crecía el vientre. ¿Por qué no? ¿Acaso no le había crecido a Eva y a Brigitte Bardot? ¿Por qué entonces no le podía crecer elvientre a Cielo, también criatura de Dios y tan bella?
Pero pasaron las nueve lunas y el alumbramiento no llegó y vinieron otras lunas y a Cielo le siguió creciendo el vientre. ¿Qué hacer ante estehecho tan alarmante como desconocido? ¿Qué decían al respecto los libros sagrados de las parturientas? ¿Castigo de Dios? ¿Obra del diablo? ¿Mal de ojo?
Sin embargo, una noche Cielo se dio cuenta deque en lugar de haber dado a luz hacia afuera, había dado a luz hacia adentro. Su hijo había nacido dentro de su propio cuerpo.
Con gran serenidad de ánimo la madre se fue adaptando al nuevoproceso involutivo, y el hijo, como si se hubiera resignado desde un comienzo a su absurda situación, comenzó a organizar su vida.
Cielo se puso a desarrollar a base de reflejos un desconocido amormaternal por ese cuerpecito que llevaba adentro y que a veces se movía como un gato. Primero lo sintió gatear; las rodillas del nene se hundían en ese blando almohadón que es la capa basal del endometrio.Luego lo sintió caminar; la cabeza le rozaba algunas vísceras y Cielo, con la leche agriada, caía en otra estación de la vigilia. Ante su sorpresa los pasos del niño no la lastimaban en lo másmínimo.
Pasaron los años y Cielo, atenta a sus movimientos, trataba de seguirlo, y cada instante se preguntaba en qué meridiano de su vientre el pequeño estaría parado.
¿Cómo llamarlo? ¡Ícaro!...
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