Cuento
Una soleada mañana de verano, la reina Catalina salió a dar un paseo y descubrió, en un rincón del jardín, algunos alimentos que se podían almacenar para el invierno.Volvió corriendo al hormiguero y, llena de alegría, indicó a todas las hormigas el lugar donde encontrarían las provisiones.
Las hormigas, una detrás de otra para no perderse, emprendieron el camino,pero a Vicente, la hormiga independiente, y a su amiga Libertad, la de antenas sin par, les gustaba explorar y buscar alimentos por su cuenta. Así que no hicieron caso a las indicaciones que les habíandado y cada una se fue por su lado, con la esperanza de encontrar comida.
Vicente, la hormiga independiente, se fue por el césped... y buscó... y buscó... pero nada encontró. Libertad se subió a laspiedras... y también buscó... y buscó... pero nada encontró.
Se había hecho muy tarde y Vicente y Libertad, cada uno por su lado, se dieron cuenta del error que habían cometido al haberse alejado delhormiguero. Ahora tendrían que volver con las manos vacías, llenos de vergüenza.
Cuando volvían al hormiguero, Vicente y Libertad se encontraron y se pusieron a caminar juntas comentando su aventura.Mientras caminaban, vieron cómo caía del bocadillo de un niño una gran miga de pan.
Las dos hormigas al ver la miga tierna se relamían y se les hacía la boca agua.
-Mmmmm... ¡Qué bien! -dijoLibertad-. Me la comeré entera en un momento.
Pero cuando ya la tenía agarrada con su boca y pensaba que todas las hormigas del hormiguero se morirían de envidia, Vicente exclamó:
- ¡Deja en paz esa...
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