cuento

UN CAMINO DE AMOR
Miraba al cielo fijamente como esperando tener respuesta a mis plegarias, pero el frio se hacía más denso ya que la noche empezaba a tocar la puerta de mi tristeza y poco a poco el viento rozaba mis mejillas como suaves besos de aquel niño que en su inocencia esperaba una sonrisa de parte mía y en retribución el abrazo de felicidad que para él era el triunfo y conquista a sulealtad.
Mis pasos iban acelerando rápidamente para llegar a mi refugio ya que el cansancio me vencía rápidamente, mis parpados poco a poco se cerraban inconscientemente a pesar del poco alimento que había consumido en el día y no despertara en mi el apetito, tal vez la ansiedad y los pensamientos que rondaban mi cabeza había olvidado por completo la cena. No transcurrieron si no pocos minutosdesde el sitio donde estaba contemplando el atardecer cuando los gritos de dolor de un pequeño que no superaba los siete años de edad interrumpieron mi trayecto; lentamente me acerque a él para preguntar la razón de su llanto y temeroso de algo que aun desconocía no quiso pronunciar palabra, pero sus ojos delataban su tristeza ya que el llanto no era de dolor físico, sino del alma.
Sus manosestaban frías su ropaje húmedo tal vez por la corta lluvia que cubrió la ciudad, su apariencia no era de mendigo o un niño humilde, más bien por sus prendas delataba ser de buenos recursos; seguía mirándome pero no decía nada, pregunte su nombre y aun sus lagrimas no dejaban de salir aferrándose en cuclillas a sus rodillas inclinando la cabeza como decepcionado de su existencia, tome nuevamente susmanos entre las mías las apreté suavemente para dar confianza a su dolor y tal vez compartir ese secreto que tanto lo atormentaba pero nada hacía que este pequeño desprendiera de sus labios una sola palabra. El silencio se apodero un instante entre la mirada fija de su inocencia y mi angustia latente de mis temores, opte por llevarlo a mi refugio donde hacía 17 años residía, gracias al abandono de mispadres y que por alguna razón no quisieron acogerme en su seno siendo una servidora de Dios quien hizo de padre y madre y que entre sus rezos y arrullos hoy estoy frente a esta carita desconsolada que pide a gritos algo de amor o consuelo.

Caía rápidamente la noche y entre esa brisa escalofriante que sacudía las ventanas de las casas vecinas, logramos llegar al refugio Santa Inés y tocando condelicadeza la puerta nos abre Samuel el encargado de la vigilancia nocturna y con cara de desconcierto y duda nos hace seguir. Pasamos directamente al resguardo de la hermana Isabel, aquella mujer que ha brindado su vida en cuerpo y alma al Señor y que a pesar de sus 75 años tiene la fortaleza de una joven de 30 y la sabiduría que guarda de las miles de experiencias vistas y vividas dentro yfuera de este refugio.
Sonriente nos mira e interrumpiendo su cena nos da su bendición y nos invita a sentarnos en el sillón gris de sus aposentos aquel sillón traído de España en tiempos donde los grandes señores caudales ofrecían parte de sus pertenencias a la iglesia. Tímidos nos sentamos, ella cerró sus ojos y comenzó a orar, se acerco al niño y tomando su cabeza lo beso en la frente y lepregunto su nombre, él con voz temerosa y entrecortada susurro a su oído ¡Tomas! Ella lo abrazo y le dijo: ¡Bienvenido a la casa de Dios!; por mi parte quede perpleja y convencida del don que el Altísimo le había dado para trasmitir a las personas paz y tranquilidad.
Pasaron varios minutos mientras oramos luego me pidió que la dejara a solas con él y saber lo sucedido. La impaciencia se apoderaba apesar de mi cansancio y minuto a minuto la zozobra invadía mi ansiedad; hasta que por fin La hermana Isabel solicito mi presencia y allí con una sonrisa y una expresión de tranquilidad Tomas se dirigió al cuarto que le habían asignado para que pasara la noche.
Pregunte con algo incertidumbre la razón de su llanto pero la hermana pidió paciencia y que me retirara a descansar que pasada la noche me...