cuento

El pequeño baboso

El sol del día atravesaba los anchos ventanales de la casa, mientras el pequeño hijo de doña Rosario jugaba con un firme camioncito de plástico amarillo cuyos materiales en vanointentaban luchar contra el niñoide espíritu demoledor de su diminuto contrincante, cuya inmadura mandíbula forcejeaba incansablemente por quebrar el simpático juguetito que, junto a una montaña decachureos de colores, su mama le había regalado el día anterior con motivo de su cumpleaños de dos años.
Finalmente la empleada atinó a arrancárselo de la boca y luego lo levantó para ver si su zonapúbica traía novedades. –No. está limpio- pensó la morena joven mientras lo dejaba en el suelo para dirigirse a su pieza. Su cuarto era un desordenado cuchitril atiborrado de nimiedades colorinches yde estampas religiosas. Junto a su lámpara que tiraba lucecitas de colores, estaba un poster del sagrado corazón, y debajo de el, su escritorio, en cuya cubierta descansaban un sinnúmero de elementosde belleza. La mujer se agachó un poco y abrió el segundo cajón. -La señora esta comprando, y según la lista que le pasé se va a demorar horas… y el señor anda en el trabajo así que no va a llegarhasta unas tres horas más.– La mujer dudo un rato y luego una pronunciada sonrisa le marcó el rostro. -Ja. Que absurdo. Este enano no cacha ni una.-La mujer sacó sus preciadas bolsitas de polvo blanco,cerró el cajón y volvió a la cocina.
-Ah ya, suelta eso!- le dijo al enano mientras le arrancaba nuevamente el juguetito de su boca.– Acto seguido lo sentó frente al mesón y sobre este depositó ladiminuta bolsita. Luego, la abrió con cuidado y vertió sobre el mesón con extrema mesura el valioso contenido de ella. Separo parte del polvito de la cubierta, se lo llevó a la nariz y simpáticamente,sorbió a través de ella el fino polvito blanco mientras el pequeño se reía del gracioso espectáculo. Después, la morena joven se limpió la nariz con cuidado y se dio vuelta para producir un...