cuento

Toda la gente del barco estaba alegre, cómo no estarlo al navegar por mares tan maravillosos.
Cruzamos frente a unas islas llenas de palmeras, y desde esas playas los lugareños nos saludabanlevantando los brazos. Luego pasamos por unas islas diminutas y elevadas, como puntas que sobresalían del mar. Creí verlas antes en televisión, y pregunté si estábamos cerca de Tailandia, pero nadie mecontestó.
La gente iba por toda la cubierta, se recostaban en la baranda, siempre charlando de algo, riendo, tomando una copa, y yo me sentía igual de feliz.
El mar era absurdamente cristalino, einclinado en la baranda vi todo tipo de peces nadando allá abajo. Los corales eran tan exóticos como los peces, y formaban intrincados patrones por donde siempre nadaba algo. Seguía mirando el fondomarino cuando este cambió abruptamente. Supuse que habíamos salido del arrecife y navegábamos ahora sobre aguas más profundas. Al seguir observando, vi entre la oscuridad del fondo unas difusas siluetasde tiburones que se movían sin prisa. Aquello ya no era agradable. Levanté la vista y quedé pasmado ante el paisaje que se presentaba ahora. Todo el mar se había oscurecido y cruzábamos cerca de unosatolones inmensos de roca. Aquellas paredes se elevaban desde el mar y buscaban la altura ascendiendo verticalmente.

El cielo estaba cubierto por nubes oscuras y lúgubres como los atolones.Observaba cuanto había a mi alrededor cuando escuché un grito que alarmó a todos: gritaron, ¡piratas!
Había oído sobre piratas modernos, pero estos eran los clásicos piratas. El barco se arrimaba anosotros rápidamente. La nave parecía ser muy vieja, tenía las velas deshilachadas, sucias, y la bandera de los piratas hondeaba en el viento. Su tripulación gritaba y agitaba al aire espadas y sables.Estaban vestidos como los piratas de las películas, algo que me pareció sumamente extraño.
La gente de mi barco se había alborotado, y las mujeres se precipitaban hacia las cubiertas inferiores....