Cuento
Era una mañana común y corriente, me encontraba ordenando todos los desastres causados por las hijas de mi madrastracomo de costumbre. Mientras preparaba un suculento almuerzo, alegre como cada mañana, cuando pasó lo inesperado. Mi hermanastra llamada Francisca mellamaba a gritos, con urgencia que fuera a su cuarto mientras caminaba apresurada pensando lo peor que podía haberle sucedido algo, la encuentrodesordenando todo el armario, lo que me constó horas en acomodar, le pregunté qué había pasado y ella solo dijo “toda mi ropa limpia hasta las ocho,cuando regrese quiero ver lo que te pedí”. No podía creer que me tratara de esa manera yo no soy su sirvienta, tengo los mismos derechos que ella en lacasa de mi padre aunque el ya no esté presente. Era una mañana normal hasta ese momento puesto que me enoje demasiado es que no fue solo eso ya habíapasado demasiado con esas tres mujeres que no saben hacer nada y todo me lo encargan a mí, por lo que le dije que no lo haría, en ese momento empezóla discusión de la vida claro que no pude decir más después de los dos minutos porque sus gritos incesantes me producían dolor de oído, quería quese callara así que le propiné una bofetada que la hiciera reaccionar. Nunca había pasado que tuviera esa actitud pero debió ser la impotencia dehacerle entender que soy igual que ella y no su sirvienta, aunque cuando lo pienso siento que fue mi más gran anhelo hasta ese entonces. Desde ese momento
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