cuento

LA CÁMARA OCULTA
Cuando cierra el ascensor está temblando. Son las cinco treinta y siete de la mañana y el sábado es primaveral. Tamara Romina Luna cruza la puerta del edificio en el que vive desde que nació (hace doce años y medio) y sale a la calle despacio pero decidida. Sigilosa y atenta a sus movimientos como si el pulso del miedo o hasta el ruido de sus propios párpados pudieran rasgar elsilencio. El equipaje le pesa en los hombros, presiona en las piernas. Hacia adelante carga un asilla canguro que le sostiene el bebé. Hacia atrás, una mochila con lo imprescindible para concretar el viaje. Antes de dar los primeros pasos mira varias veces a su alrededor y solo cuando está segura de que en muchos metros a la redonda no habrá nadie capaz de reconocerla inicia la marcha según loprevisto. Todavía está oscuro. Faltan pocos minutos para que amanezca y Tamara empieza a caminar trabajosamente por la vereda de su casa que, unas cuadras más adelante, habrá quedado definitivamente atrás. Algunos pájaros cantan. Pocos, porque los árboles no abundan en esos parajes. En la tercera bocacalle se filtran las primeras luces del día. Los ár



LA CÁMARA OCULTA
Cuando cierra elascensor está temblando. Son las cinco treinta y siete de la mañana y el sábado es primaveral. Tamara Romina Luna cruza la puerta del edificio en el que vive desde que nació (hace doce años y medio) y sale a la calle despacio pero decidida. Sigilosa y atenta a sus movimientos como si el pulso del miedo o hasta el ruido de sus propios párpados pudieran rasgar el silencio. El equipaje le pesa en loshombros, presiona en las piernas. Hacia adelante carga un asilla canguro que le sostiene el bebé. Hacia atrás, una mochila con lo imprescindible para concretar el viaje. Antes de dar los primeros pasos mira varias veces a su alrededor y solo cuando está segura de que en muchos metros a la redonda no habrá nadie capaz de reconocerla inicia la marcha según lo previsto. Todavía está oscuro. Faltanpocos minutos para que amanezca y Tamara empieza a caminar trabajosamente por la vereda de su casa que, unas cuadras más adelante, habrá quedado definitivamente atrás. Algunos pájaros cantan. Pocos, porque los árboles no abundan en esos parajes. En la tercera bocacalle se filtran las primeras luces del día. Los ár
LA CÁMARA OCULTA
Cuando cierra el ascensor está temblando. Son las cinco treinta ysiete de la mañana y el sábado es primaveral. Tamara Romina Luna cruza la puerta del edificio en el que vive desde que nació (hace doce años y medio) y sale a la calle despacio pero decidida. Sigilosa y atenta a sus movimientos como si el pulso del miedo o hasta el ruido de sus propios párpados pudieran rasgar el silencio. El equipaje le pesa en los hombros, presiona en las piernas. Hacia adelantecarga un asilla canguro que le sostiene el bebé. Hacia atrás, una mochila con lo imprescindible para concretar el viaje. Antes de dar los primeros pasos mira varias veces a su alrededor y solo cuando está segura de que en muchos metros a la redonda no habrá nadie capaz de reconocerla inicia la marcha según lo previsto. Todavía está oscuro. Faltan pocos minutos para que amanezca y Tamara empieza acaminar trabajosamente por la vereda de su casa que, unas cuadras más adelante, habrá quedado definitivamente atrás. Algunos pájaros cantan. Pocos, porque los árboles no abundan en esos parajes. En la tercera bocacalle se filtran las primeras luces del día. Los árLA CÁMARA OCULTA
Cuando cierra el ascensor está temblando. Son las cinco treinta y siete de la mañana y el sábado es primaveral.Tamara Romina Luna cruza la puerta del edificio en el que vive desde que nació (hace doce años y medio) y sale a la calle despacio pero decidida. Sigilosa y atenta a sus movimientos como si el pulso del miedo o hasta el ruido de sus propios párpados pudieran rasgar el silencio. El equipaje le pesa en los hombros, presiona en las piernas. Hacia adelante carga un asilla canguro que le sostiene el bebé....