cuento

Páginas: 7 (1507 palabras) Publicado: 12 de mayo de 2014
HERIBERTO Y “LA CHULONA”

(al grande poeta salvadoreño Heriberto Montano, in memoriam, con admiración y profundo respeto)

Vos a un extremo de la cama
Yo al otro
Y nuestras almas fundiéndose desesperadamente
Tras la aparente indiferencia de nuestras espaldas.
Raquel Cañas
“Absurdo”

Fue una noche cualquiera, una de ésas, de las tantas iguales que han ido pasando una y otra vez, quietasy silenciosas en El Salvador… Pongamos (no estoy seguro) que fue una madrugada de martes de luciérnagas poco entusiastas y de árboles de hojas quietas, no mucho más que eso. Una noche sin nada que la hiciera especial, ni distinta. Una madrugada más.
Heriberto, el poeta, caminaba despacio por San Antonio Abad, como viniendo desde la universidad, aturdido de orgullosa soledad, triste,melancólico, huérfano esa vez de amigos y de esperanzas, con los ojos idos y el alma ida, como si él fuera sin él, vaya Dios a saber por qué cosas que le habían pasado.
Ella, la estatua de mujer más bella de la ciudad de San Salvador, no sabía todavía que ese hombre se llamaba Heriberto y, además, que era poeta. Pero lo vio venir (con sus ojos perpetuamente cerrados lo vio venir), y en ésa, su primera vez dever y de verlo, supo que su vida, su estar de tiesura, cambiaría para siempre.
Como otros tantos locos guanacos apenados y borrachos de malos gobiernos y de licores baratos, Heriberto, buscando consuelo o desahogo, queriendo justicia, como muchos, llegó al fin hasta el gran redondel, subió hasta la peana y se puso a llorar en silencio, con la cara pegada al áspero concreto, desesperadamente ycon hipos un poco cómicos que hacían estremecer su cuerpo.
Ella, mirándolo con toda la ternura posible de su alma de durezas y metal, lo amó desde ese mismo momento. Y desde ese mismo momento, también, con un estremecimiento que nunca había sentido en su cuerpo de bronce, supo que era para siempre, para toda la eternidad…
-¿Por qué llorás? –le dijo antes de dar el primer paso hacia él, bajándosedel pedestal, todavía con los brazos abiertos.
-Porque me da la gana, carajo –dijo el poeta con rabia y con alguna vergüenza, sin mirar, sin saber que era “La Chulona” quien le hablaba, a pesar de haber escuchado la voz de una mujer.
-¿Nada puedo hacer yo por aliviar ese naufragio que te hunde y te fatiga? –insistió ella, bajando los brazos y dejando apoyada a un lado su larga espada, y en elsuelo a la balanza.
Él se volvió hacia la proximidad inquietante que presentía, y abrió los ojos tan grandes como nunca en su vida pensó que podía abrirlos.
-¿De verdad, nada puedo hacer? –insistió la desnuda (su voz arrullaba y era tan suave como una mano sabia), y se arrodilló apoyando sus duras y hermosas nalgas en los talones, y lo abrazó sin pudor y sin importarle el pudor ciertamente, porqueel amor de las hembras es capaz de hacer esas cosas, de mover estatuas, de hacer que las estatuas de mujer se conmuevan como mujeres. Él no supo qué decir y siguió mirándola con ojos desmesurados.
El silencio fue espeso y también se hizo íntimo, el tiempo se hizo difuso y después solo nada; la ciudad entera fue ninguna parte, otra parte, lejos… No hubo otro hacer entre el poeta y la escultura queun mirarse hasta dolerse, que un mirarse hasta cuajarse la carne y el bronce en un solo amasijo de fuego: ella con los párpados apretados, él con los ojos desmedidos… “La Chulona”, entonces, le tomó la mano y, sin decir más, comenzó a llevarlo por la avenida como a un niño. Y él se dejó acompañar de la mano, simplemente… A los pocos pasos, ya la esfinge era apenas del tamaño de una mujer, y eracomo todas.
En la buhardilla del hotel barato y destartalado que consiguieron por unos pocos dólares no muy lejos de allí, ella (que siempre estuvo desnuda, como siempre que alguno no la viste, pudorosamente, celoso de los ojos de los otros) lo desvistió con mansedumbre y sin ningún apuro. Él se dejó despojar de ropas y se dejó ir hasta la cama que parecía esperar desde siempre ese momento de...
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