Cuento

Una historia con huella.

Para mis papas y toda mi familia.

La joven Beatrice de dieciséis años vive con su madre en una cabaña dentro de un gran bosque. De pequeña tuvo una hermana la cual murió hace varios años y eso le ha afectado en su vida cotidiana, la extraña y no es muy sociable. Un día como cualquier otro paseando por el bosque le sucederá un pequeño accidente, y conocerá aalguien muy especial con el cual formara un lazo de amistad inquebrantable.
Lo primero que veo al abrir los ojos es la luz del sol entrando por la ventana, reviso el despertador y me doy cuenta que apenas son las 7:00 am. Me levanto para ir a bañarme y terminar de arreglarme. En mi casa hay un espejo, está detrás de un panel corredizo, en mi imagen veo un rostro estrecho, ojos redondos y grandes y unanariz larga y fina… Sigo pareciendo una niña, a pesar de que cumplí los dieciséis en algún momento de los últimos meses. Muchas personas del pueblo dicen que tengo un parecido asombroso con mi madre, aunque yo nunca lo he creído así. Voy a revisar la cocina para ver si falta algo para salir a comprarlo, al parecer todo está en orden, pero se nos han acabado las cerezas, siempre han sido lasfavoritas de mi madre y mías. Aprovecho que aún sigue dormida para salir al bosque a buscar unas. Tomo una canasta, mi capucha que siempre uso cuando salgo de casa y me dirijo hacia la puerta.
El bosque es oscuro y ancho, existe una pequeña senda que llega al pueblo donde está el mercado, pero siempre he preferido recolectar las cerezas en los arbustos del bosque, el viento sopla con fuerza y veo todaslas hojas del arbusto moverse. Es un día tranquilo, lo cual me sorprende, casi siempre hay niños corriendo de un lado a otro, jugando entre ellos, siempre me recuerdan los días en que solía jugar con mi hermana mayor, la cual murió hace once años. Desde entonces he sido muy callada y no me gusta mucho relacionarme con personas que no sea mi familia.
Después de caminar quince minutos por elsendero llego al valle, un lugar amplio y verde aquí naturalmente se recoge gran parte de los vegetales para todo el pueblo. Paseo entre varios lugares hasta que encuentro un arbusto lleno de cerezas rojas, tomo las que veo en mejor estado y me como algunas, el sabor cambia muchas veces entre temporadas. Siento una mano que me toca el hombro me volteo y veo de pie a mi única amiga de la infancia:Diana. Tiene pómulos altos y largas pestañas, desde pequeña ha sido muy bonita mucho más que yo, trae puesta su tradicional ropa gris de los sábados.
-¡Hola! –me dice.-Hola.
-Hace mucho que no te veo.
-Cierto.
Tiene razón han pasado casi siete meses desde que no la veía, no salgo muy seguido, casi siempre lo hace mi mama.
-¿Qué estás haciendo? –pregunta.
-Nada – le respondo- solo vine por unascerezas para mi madre.
Me lanza una mirada llena de asombro, como si eso no fuera algo normal en mí.
-Bueno –comento- ya me tengo que ir, estoy algo ocupada.
-Si claro –responde- si necesitas que te ayude con algo la próxima vez solo avísame y yo te ayudare.
-Gracias. Bueno adiós.
-Adiós.
Me siento en una piedra de regreso a casa, recuerdo los momentos que he pasado con Diana desde pequeña, laconocí a los seis años cuando me caí de un tobogán y me raspe la rodilla, me llevo a su casa y su mama me curo, su familia siempre ha sido muy unida y son buenas personas, les gusta mucho pasar tiempo juntos. Siempre me ha gustado recorrer el bosque para buscar nuevos lugares para ir o pasar el día, así que antes de regresar a casa decido desviarme y dar una vuelta. Camino un rato, de repentesiento como si el suelo debajo de mis pies desapareciera, caigo y me golpeo la cabeza contra algo duro: una piedra. Me levanto con el costado adolorido y volteo hacia arriba. He caído en una trampa.
Está prohibido cazar por estas zonas, pero algunos cazadores meten sus trampas para poder llevarse algún “trofeo” a casa. Volteo y miro a mi alrededor es un hoyo bastante profundo y estaba cubierto...