cuento
Un día se presentaron dos bandidos que se hacían pasar por tejedores,asegurando tejer las telas más hermosas, con colores y dibujos originales. El Emperador quedó fascinado e inmediatamente entregó a los dos bandidos un buen adelanto en metálico para que se pusieranmanos a la obra cuanto antes.
Los ladrones montaron un telar y simularon que trabajaban. Y mientras tanto, se suministraban de las sedas más finas y del oro de mejor calidad. Pero el Emperador, ansiosopor ver las telas, envió al viejo y digno ministro a la sala ocupada por los dos supuestos tejedores. Al entrar en el cuarto, el ministro se llevó un buen susto "¡Dios nos ampare! ¡Pero si no veonada!".
Pero no soltó palabra. Los dos bandidos le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos los colores y los dibujos. Le señalaban el telar vacío y el pobre hombre seguíacon los ojos desencajados, sin ver nada. Pero los bandidos insistían: "¿No dices nada del tejido?".
El hombre, asustado, acabó por decir que le parecía todo muy bonito, maravilloso y que diría alEmperador que le había gustado todo. Y así lo hizo. Los estafadores pidieron más dinero, más oro y se lo concedieron. Poco después, el Emperador envió a otro ministro para inspeccionar el trabajo de losdos bandidos. Y le ocurrió lo mismo que al primero.
Pero salió igual de convencido de que había algo, de que el trabajo era formidable. El Emperador quiso ver la maravilla con sus propios ojos. Seguidopor su comitiva, se encaminó a la casa de los estafadores. Al entrar no vio nada. Los bandidos le preguntaron sobre el admirable trabajo y el Emperador pensó:
"¡Cómo! Yo no veo nada. Eso es...
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