Cuento
En la vida hay ciertos momentos llenos de magia, de misterio y de fuerza cósmica que nos pueden llevar a cambiar nuestro mundo, nuestra rutina. Las cosas dejarán de ser grises, iguales, monótonas, aburridas, si sabemos tomar esos pequeños instantes mágicos en los que el universo conspira para que seamos felices de verdad. Muchas veces equivocamos el momento, no escuchamos a lavoz dentro fuera de nuestra cabeza y acabamos simplemente atormentándonos con nuestro consciente sin saber que, un hecho efímero, una decisión pequeña y simple, pudo haber cambiado nuestro destino.
Helen, como todos los días, regresaba de la escuela cargando su mochila. Debía tomar el bus que la llevaría a su casa en cuestión de quince minutos, sin embargo, descubrió que en su bolsa no había nada.Ni cartera, ni credenciales, ni tickets, ni pases. Buscó con la mirada, ya sentada en la parada, alguna persona que conociera para pedirle algo de dinero. No había nadie. Se palpó el bolsillo del pantalón y encontró algo de cambio. No era suficiente ni para una botella de agua pequeña. Suspiró con decepción y siguió buscando en sus bolsas traseras. Con alegría y sorpresa, descubrió que su celularcontinuaba allí, aunque no recordaba por qué lo había dejado en su bolsillo trasero en primer lugar. Ella nunca lo colocaba allí por miedo a quebrarlo.
Observó la brillante pantalla de su smartphone y pensó en marcar el número de su padre para que fuera a recogerla. Él se tardaría unos minutos en llegar e iría más cómoda que en el transporte público. Helen vio cómo su autobús se paraba frente aella y las personas que estaban esperando a su lado se subían en él. El vehículo se marchó haciendo ruido y dejando una estela de humo a su paso. Al verlo marchar, Helen guardó el celular de vuelta a su bolsillo, esta vez uno delantero, y agarró bien fuerte su mochila. Esta vez caminaría. Era la primera vez que hacía tal cosa y, aunque era bastante tarde debido a que hoy tuvo actividadesextraescolares, sintió como que era mejor correr esa pequeña nueva aventura a continuar con su rutina acostumbrada.
La chica enfiló con dirección a su casa. Se tomaría cerca de una hora en llegar a ella pero con los audífonos puestos y su música favorita sonando durante su largo trayecto, el viaje se haría más corto.
Aunque caminar a casa era algo cotidiano y usual para muchas chicas de su instituto,para Helen era una experiencia completamente nueva. David no la dejaba ni a sol ni a sombra. Mucho le había costado que le permitiera tomar el autobús a casa. Sin embargo y a pesar de que muchas veces se sentía asfixiada por su padre, Helen lo comprendía. Su madre había muerto poco después del nacimiento de su hermana menor y ella misma había llegado al mundo con ciertos problemas cardiovascularesque se resolvieron en sus primeros años de infancia tras una serie de cirugías, aunque todavía debía ir periódicamente a chequeos para asegurarse de que su organismo estaba en perfecta salud.
Cuando Helen comenzó a reconocer el vecindario por el que transitaba como uno aledaño a donde ella vivía, estuvo orgullosa se haber llegado tan lejos sin quejarse una sola vea por cansancio o por sed. Formarparte del equipo de atletismo y practicar regularmente natación le otorgaban una buena condición física. Su pequeña aventura estaba a punto de concluir sin ningún percance. Podría llegar a la casa con la frente bien en alto y demostrarle a su padre que podía defenderse sola. Luego el sonido de un claxon sonando sin parar alcanzó a penetrar sus oídos a través de la intangible capa de música que losobstaculizaba.
Estaba a punto de ser atropellada si no se movía rápido. Y ella quería y podía hacerlo, pero estaba en shock. Sus pies como dos bloques de cemento pegados al suelo. El semáforo estaba en verde, ella había sido la descuidada al no fijarse y pensar en otras cosas. El aire se le fue de los pulmones, el pánico recorrió su organismo. Se dio cuenta de lo estúpida que había sido al no...
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