Cuento.

Se torna demasiado incómodo sentir el pulso cardíaco retumbando junto con los pensamientos en la cabeza, pensamientos y preguntas que quizá jamás tendrán respuesta alguna. A veces es sólo curiosidady otras veces se convierte en una necesidad el saber porqué la damos tanta relevancia a la historia cuando presuntamente lo que verdaderamente importa es el futuro, futuro que por cierto es incierto.Nunca nadie me dijo que la vida iba a estar llena de dudas y que sólo aquellos que tienen los ojos seniles y que han caminado y tropezado lo suficiente podrían darle respuesta; cuando se es jovendepronto es demasiado pernicioso intentar darle respuesta a preguntas que quizá no entendemos pero que entenderemos cuando tengamos la sabiduria necesaria, sabidura que por cierto va acompañada de unacaja de diente, un bastón, unas gafas y unos cuantos hilarantes suspiros. Aunque siendo sinceros mi cabeza explotará, necesito saber porqué nos preocupamos tanto por la historia, por el pasado, si loque realmente importa es lo que estamos viviendo, el presente, necesito saber por qué no dejamos atras el pasado y la historia y comenzamos a preocuparnos más por el futuro; necesito que alguien melo explique entienda o no la respuesta, ya no puedo seguir entregandome al pulso del viento.
Decidí acercarme a mi abuelo ¿quién mejor para contestarme todas las dudas? aquél canoso y malhumoradoviejo es mi vida, su nombre es Ezequiel y en sus ojos se ve la sabiduría que ha conseguido a través del tiempo.
—Abuelo, ¿me regala unos minutos para charlar? —le susurré.
El canoso estaba durmiendo,se asustó un poco cuando le susurré al oído pero a los pocos segundos con una radiante sonrisa contestó:
—Sabe que siempre estoy para charlar mijo, cuénteme.
Estaba por caer la noche, y qué mejorpara conversar que un hermosos atardecer, lo invité a ir hacía el balcón y compartir algunas copas de vino barato.
—Viejo ¿podría decirme usted cuál es la importancia de la historia? ¿por qué nos...