Cuento
En una plaza tranquila un señor llamado Chucho vendía globos plateados, rojos, azules, amarillos, dorados y verdes; tenía también multicolores, con franjas blancas,negras, anaranjadas, rosadas, celestes y lilas. Todos los que pasaban se quedaban boquiabiertos mirándolos con admiración. Las manos de los niños se estiraban queriendo alcanzarlos. Las mamás y los papásse paraban y hacían fila para comprar alguno. El vendedor, con poca paciencia, decía:
-¡Despacio, despacio, que hay para todos! ¡No me empujen, no me empujen!
Cada uno se iba sonriendo, como quiengana el premio de la lotería, después se ponían a jugar sobre el césped con el globo y lo hacían rebotar de mano en mano.
Decenas de familias corrían por la plaza, heladeros con carritos repartíanfríos y riquísimos helados y las hamacas estaban llenas de pequeños gritando y cantando.
Todo era tan lindo, el sol calentaba la tarde con sus rayos dorados y tibios. La gente contenta, comentaba lasnovedades ocurridas en el pueblo, mientras que los chicos se divertían a lo grande.
Entonces, fue cuando Suertudo, un perrito que todos conocían muy bien, se acercó muy despacito al lugar, porque estabamuy interesado en saber lo que ocurría y nunca había escuchado tanta gente en la plaza que diariamente recorría. ¿Saben por qué la gente le puso ese nombre tan raro? Porque andaba de casa en casa y notenía dueño. Era un animalito vagabundo y donde iba siempre lo esperaba un hueso, un plato de comida o un trocito de carne que alguna mamá buena le guardaba. Era amigo de los chicos de aquel barrio yde todos los animales que allí vivían: gallinas, gatos (aunque no lo crean), conejos, pájaros, caballos, tortugas y muchos más. Tenía una suerte más grande que no sé qué (como dicen por ahí).
Mirópara un lado y para el otro. Abrió grandotes los ojos y, como en un sueño, vio los globos revoloteando.
-¡Qué maravilla! –se dijo. Claro, nunca había visto tal espectáculo. Y, como un refucilo...
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