cuento
Recuerdo cuando mi viejo me trajo por primera vez a los diez años ala”coliseo” para ver un par de combates, parte de los guantes de oro. Rutina de cada viernes de mi padre, y desde entonces sabia que quería estar del otro lado: la gloria, los aplausos, elreconocimiento; que son cosas que donde vengo soló se ganan a madrazos; lo que no sabía era la parte en que caigo una y otra y otra vez a la lona, y mucho menos la parte donde los abusos te dominan.No, José no merece eso; y cuando te das cuenta la gente a tu alrededor te dicen cosas como ”ya deberías pensar a futuro, ¿has pensado en cambiar de giro?”
Mi sexto cigarrillo, al carajo Nacho ysu “no puedes fumar si quieres estar en el negocio”, al carajo, y que se joda con sus rutinas de subir y bajar escaleras, a la mierda Roach y su “te tienes que tirar en el cuarto”. No, Joséno merece eso y a pesar de que sabemos cómo terminan esas historias donde uno reta lo establecido, no puedo con la idea de que él me vea caer, y peor no puedo creer a quién diablos se leocurrió que perdería el poco honor que me queda con el penoso y lento que ahora llaman “campeón del mundo”. La tercera vez que toca la puerta Nacho y con su voz ronca por el mezcal me dice que eshora de salir. Fue rápido, al minuto treinta con un gancho y su campeón ya estaba con la barbilla en la lona. Tengo que salir rápido, con las apuestas de 5 a 1 a favor “el campeón” que“alguien” apostara por mí se le podría considerar millonario. Maldita puerta, no me deja pensar claro-maldito Nacho…
BANG! BANG!
Un viejo muere, pero al menos sabrá quien fue su padre al fin.
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