Cuento
Aquélla vivía en una casa grande, con buenos y bellos muebles antiguos, cuando menos delsiglo pasado.
Saludos, besos, golosinas... Mientras sus padres hablaban con la abuela, el niño, correteando, descubrió que uno de los sillones isabelinos de la sala estaba desfondado, quizáporque había sido el más usado por ella durante largo tiempo para ver la televisión. Las tiras de esparto colgaban y asomaban las espirales metálicas de los muelles.
Fue presuroso a la abuela yle señaló la butaca:
- ¡Mira! Hay que tirarla. Está rota.
La abuela sonrió, y acariciándole el pelo le dijo:
- Sí, ya sé. Avisé al tapicero. ¡Pero ahora tardantanto en venir!
- ¡Bah! Tírala; hace muy feo.
Otro domingo volvieron a visitarla.
La abuela al ver al niño, hizo una mueca de desagrado y exclamó:
- ¡Oh, quéfeo! Este niño habrá que tirarlo al container de la basura.
Sus padres quedaron sorprendidos. ¿Se ha vuelto loca?, pensaron. El niño quedó irritado:
- ¿Por qué dices esatontería, abuela?
- ¿Oh? ¡se te han caído los dientes! Se te ven las encías ¡las tripas! Sí, sí, que feo.
- Tiradlo a la basura.
De pronto, sonriendo y sacandofuerzas de flaqueza, cogió al niño en brazos y, besándole, continuó:
- ¿No decías tu eso de mi sillón?
El niño se mordió los labios... La abuela añadió:
- ¡Pues yo note cambiaría por nada del mundo, aunque se te vayan cayendo todos los dientes y te pongas muy feo! Además... no lo olvides nunca: quien no sabe valorar, cuidar, conservar las cosas con cariño,tampoco sabrá hacerlo con las personas. ¡Y ya ves! Aunque no te lo parezca tanto, yo estoy por dentro mucho más vieja y estropeada que el sillón... Y tú, sin embargo, me seguirás queriendo,...
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