cuento2013-dr
Me estoy volviendo loco. Resulta que estoy en la biblioteca de una casa muy antigua de Mochicahui, donde vivian una pareja de ancianos que se encargaban de limpiar unos librostodos los días. Inexplicablemente para mi conocimiento, esto se trataba de una algo admirable y trascendente sin comparación alguna que justificaba la vida misma para estos dos personajes: LuisZaragoza y Celia de Zaragoza.
Suelo ir a esa casa frecuentemente. Una noche en las que estaba ahí, me llamó la atención la pareja de ancianos que estaban limpiando los libros; las veces que los habíavisto también era haciendo lo que hacían en ese momento. Lo extraño y fascinante es que no recuerdo haber estado en esa casa sin verlos cerca de los libros; ellos ya eran parte y fundamento esencial deese lugar. La luna resplandecía en el cielo, me acerqué a la pareja; sin mirarlos a los ojos esto es lo primero que les dije.
- Felicitaciones, los libros se ven bien-: Nunca había visto algocomparado a la reacción que tuvieron aquéllos personajes, la señora Celia. Después de mirarme con una expresión descomunal de sorpresa, miró a su amado señor diciéndole.
- ¡Escuchó papito!-. -¡Sí mamita!-:Le respondió don Luis con una voz gruesa y ronca; se dieron un abraso tremendo, tan sentido que yo me estremecí profundamente, estaban tan alegres que no había necesidad de hablar o preguntar paradarse cuenta. Inmediatamente pensé.¿Pero qué les dije? Sin darme cuenta, los dos viejitos estaban cerca de mí, ofreciéndome una sonrisa. El resto de la noche la pasamos en la casa de luis y Celia Dezaragoza: hablando sobre el pasado, el amor y la vida. No hablamos nada sobre el tema de los libros.
Después de esa noche, ésta es la segunda vez que vengo a la casa de los Zaragoza; ayer pasé por sucasa como solía hacerlo frecuentemente, -ya no como antes-, por pasar y nada más, ahora era por saludar a la pareja. No se encontraban allí esos dos viejitos, que con esmero cuidaban de la casa...
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