cuentodeautoconocimiento

La muerte de Freddy
La mañana en que Freddy Jhonson iba a morir; no se detuvo a pensar que la vida era el tesoro más preciado que un ser puede poseer, sólo se mantuvo expectante de pagar la cuota del crédito de su vivienda, la cual había vencido dos días atrás. Los problemas cotidianos del hombre suburbano, casi nunca dejan filtrar ese espacio de luz, que permita vislumbrar la profundidad de lascosas bellas, la de dar y recibir ternura de sus seres queridos y mucho menos, dejan lugar para sentir que respirar la vida, es la actitud más noble que un espíritu se puede dar a sí mismo.
Problemas y más problemas, corridas, bancos y oficinas; nunca un pájaro o una flor, un beso de amor a su esposa que espera, a sus hijos que aguardan con anhelo su regreso a casa. Jhonson un hombre justo en laparalela más cercana a la abulia, la rutina, el estrés y la cortina pesada que anula la visual de las personas que moran en las grandes urbes.
Sin saberlo él, esa mañana todo sería distinto, superior en la escala espiritual; esplendoroso para ser el último día, hasta algunas veces me atrevo a pensar, que morir así, no es morir, sino despertar de la pesadilla mediocre de durar, perdido entre lascalles atestadas de locura, violencia y marginalidad; morir de ese modo es renacer aunque sea un poco, aunque a una hora de viaje de allí, una esposa y dos hijos lo lloren para siempre.
En el desayuno, horas antes su mujer le había sugerido la posibilidad de almorzar todos juntos, era algo que no sucedía hacía tiempo, sus hijos para ese entonces estarían de regreso de la escuela y al menos por unrato, serían una familia unida y normal, le reclamaban tiempo, presencia, pero el destino quiso que el volara lejos de allí, que despertara de la hipnosis que le anestesiaba el alma, y el destino ganó.
Mientras su cuerpo caía al vacío buscando otra muerte más piadosa, su espíritu se llenaba de vida, una paradoja celestial. Trescientos metros para el final y recordó a sus padres, su infancia lejanaen México aquel país natal, a su perro Tommy, el juego de fútbol. Vio en vivos colores la foto de su ídolo del deporte que le sonreía desde la pared de su cuarto, atrapado para siempre en el recuerdo con cuatro trozos de cinta adhesiva.
Caminó por la cocina amplia donde su madre tejía en la fresca de la mañana y un aroma a bananas perfumadas lo invitaban a comer; remontó con su padre la cometa desus sueños y sintió el viento en su cara, cuando la alzó al firmamento para verla ascender, respiró profundo aquel aire juvenil de libertad, faltaban aun doscientos cincuenta metros.
Compartió una breve y muda charla con su abuelo bajo la parra; él le sonreía desde su sillón de mimbre ajetreado por el sol, mientras el pequeño Freddy del recuerdo, jugaba una guerra en el suelo con sus soldaditosblancos y verdes, revolcando sus rodillas peladas por el entramado de aquel patio de baldosas desparejas, por donde su fantasía de niño feliz, se pavoneaba por las mañanas de aquella plenitud infantil, donde los sueños parecen reales y la realidad una despreocupada y bella forma de vivir.
Vio en postales mágicas, la noche de su primer baile, la ronda de amigos de su barrio, los juegos del sábado porla tarde en el potrero, el beso primero a la niña de bucles dorados y la vibración del pecho con su piel despertando. Doscientos metros, la calma le seguía cobijando el alma casi llena y el viento la iba mimando; sus oídos escuchaban como un manto sagrado aquella bendición, ningún sonido del presente, ningún olor, todo era parte del pasado, los pedazos de lo mejor, como un álbum fotográfico vivo,con las mejores postales de su vida, y un ángel invisible sostenía en su mano blanca ese libro y una flor.
Ciento cincuenta metros. Vio a su esposa, sintió aun después de diez años de casados, cuanto la amaba, cuanto por momentos la descuidó, por la locura de la vida, por la rutina que quebranta cualquier corazón. La amó más aún; y recordó el día primero, la fiesta y el chispazo de aquella...