Cuentoo Que Pueden Ocupar
Era una mañana de un martes 30 de julio de 1931, mi familia y yo estábamos ubicados en nuestro pequeño departamento de que se ubicaba en la Alameda, escuchando la radio se anunciabannuevas juntas militares, Chile pasaba por un periodo de Gran Crisis.
Mi hermano estaba recostado sobre un sillón delirando debido a la tuberculosis que lo atacaba día a día su pueril cara demostrabauna cara tranquila pero llena de dolor. Mi madre se agazapaba tras sus manos llenas de dolor, mi padre hablaba con un lenguaje achispado que sus nervios le causaban porque podía irse al exilio, mientrasque yo jugaba con una cuchara y un tenedor que había sobre la mesa, recién habíamos terminado de cenar, nos quedaba solo esa ración ya que las cosas estaba muy caras y solo los que tenían másrecursos podían obtener estos beneficios.
Pasaron dos días desde que mi hermano falleció debido a la grave tuberculosis que le aquejaba, sus ojos se cerraron lentamente mientras que ese rostro de niñotierno y divertido reía, su alma emprendía un viaje hacia la luz.
Un día yo salí a jugar con mis amigos, Chile no era el mismo que antes, los cielos estaban de un color oscuro yo tenía pena por la muertede mi hermano y mis amigos tenían hambre, salimos a recorrer por toda la Alameda hasta que encontramos un árbol, con suma cautela nos acercamos para que nadie nos viera y vimos que ese feo y tristeárbol poseía unas manzanas rojas y jugosas. Pedro que era el más hábil subió y saco manzanas para todo el grupo, las devoramos con mucha rapidez porque todos teníamos hambre, mientras comíamos acordamosque cada uno le llevaría una manzana a cada integrante de su familia, yo llevaba tres en mis bolsillos, una para mi, otra para mi madre y otra para mi padre.
Llevaba una cara de alegría pese a lamuerte de mi hermano, pero cuando llegue a mi casa me encontré con otra triste escena, mis padres habían sido exiliados del país, me habían dejado una carta sobre la mesa en la cual decían que...
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