Cuentos Breves Latinoamericanos
Eduardo Galeano
Tarde a tarde, lo veían. Lejos de los demás, el guri se sentaba a la sombra de la enramada, con la espalda contra el tronco de un árbol y la cabeza gacha. Los dedos de su mano derecha le bailaban bajo el mentón, baila que te baila como si el estuviera rascándose el pecho con alevosa alegría, y al mismo tiempo su mano izquierda, suspendida en elaire, se abría y se cerraba en pulsaciones rápidas. Los demás le habían aceptado, sin preguntas, la costumbre.El perro se sentaba, sobre las patas de atrás, a su lado. Ahí se quedaban hasta que caía la noche. El perro paraba las orejas y el guri, con el ceño fruncido por detrás de la cortina del pelo sin color, les daba libertad a sus dedos para que se movieran en el aire. Los dedos estaban libres yvivos, vibrándole a la altura del pecho, y de las puntas de los dedos nacía el rumor del viento entre las ramas de los eucaliptos y el repiqueteo de la lluvia sobre los techos, nacían las voces de las lavanderas en el río y el aleteo estrepitoso de los pájaros que se abalanzaban, al mediodía, con los picos abiertos por la sed. A veces a los dedos les brotaba, de puro entusiasmo, un galope decaballos: los caballos venían galopando por la tierra, el trueno de los cascos sobre las colinas, y los dedos se enloquecían para celebrarlo. El aire oía a hinojos y a cedrones.Un día le regalaron, los demás, una guitarra. El guri acaricio la madera de la caja, lustrosa y linda de tocar, y las seis cuerdas a lo largo del diapasón.La probo, la guitarra sonaba bien. Y el pensó: que suerte. Pensó: ahora,tengo dos.
FIN
El narrador de este cuento es testigo.
Testigo: participa como personaje que observa la historia desde fuera.
alma en pena
Alma en pena
Decían de él que era un alma en pena, esa cara inexpresiva con la mirada perdida, esos andares arrastrando los pies. Cuando era saludado apenas levantaba la palma de la mano acompañado de un arqueo de cejas casi imperceptible.Corrían rumores sobre su historia, unos decían que había perdido a su familia en un trágico accidente de automóvil, otros contaban que había sido abandonado de pequeño en un orfanato y que desde entonces se había convertido en un solitario. No conversaba con nadie y cuando entraba en la tienda a comprar su voz era un hilo de desesperanza. Esa tarde lo vi. Pasar junto al bar. y lo invité a un café,intentó excusarse pero no tuvo fuerzas para negarse a la cortesía, fue un monólogo por mi parte, mil preguntas sin respuesta, no podía dejarlo ir sin enterarme que le había ocurrido en su existencia, le prometí ayuda desinteresada, hasta que me habló con sinceridad:-Se lo agradezco de corazón, pero usted no puede ayudarme a soportar este enorme peso.-¿Qué peso? -le pregunté-- El peso de los cuernos...PUNTO FINAL
Cuando nos conocimos, ella me dijo: “Te doy el punto final. Es un punto muy valioso, no lo pierdas. Consérvalo, para usarlo en el momento oportuno. Es lo mejor que puedo darte y lo hago porque me mereces confianza. Espero que no me defraudes.” Durante mucho tiempo, tuve el punto final en el bolsillo. Mezclado con las monedas, las briznas de tabaco y los fósforos, se ensuciabanun poco; además, éramos tan felices que pensé que nunca habría de usarlo. Entonces compré un estuche seguro y allí lo guardé. Los días transcurrían venturosos, al abrigo de la desilusión y del tedio. Por la mañana nos despertábamos alegres, dichosos de estar juntos; cada jornada se abría como un vasto mundo desconocido, lleno de sorpresas a descubrir. Las cosas familiares dejaron de serlo,recobraron la perdida frescura, y otras, como los parques y los lagos, se volvieron acogedoras, maternales. Recorríamos las calles observando cosas que los demás no veían y los aromas, los colores, las luces, el tiempo y el espacio eran más intensos. Nuestra percepción se había agudizado, como bajo los efectos de una poderosa droga. Pero no estábamos ebrios, sino sutiles y serenos, dotados de una rara...
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