Cuentos chilenos, Vásquez, La gallina de los huevos de luz, La Flor de la enredadera, El padre, El chiflón del diablo

Páginas: 36 (8786 palabras) Publicado: 28 de octubre de 2013
Cuentos Chilenos
Vásquez
Clemente -mande taitita.
Empujemos la chata al mar.
-Bueno.
No salga ahora, Vásquez; dejalo para mañana, - interpuso adolorida la mujer.
- Pero, Martina, si no salgo a pescar esta noche, mañana no tendremos qué comer.
- Así es, pero esta norteando, fijate y la marejada engruesa.
En su voz temerosase advertia también un sordo rencor contra mar veroz. El padre y unhermano dormían en lo profundo.
La mujer ,mal cubierta con harapos, morena, flaca y envejedicida antes de tiempo, hizo un gesto de resignación y se acercó a su vez para empujar la barca hacia las olas que reventaban con fuerza en la playa.
Soplaba el viento produciendo silbidos agudos entre las rocas y a un más gravezumbar en el recodeco de las cerros . Empezaban a condensarse las nubes y ya enmancha parda y sombría llenaba un ricón del cielo. No había luna. Estaba oscuro. En lo alto parpadeaban alguna estrellas con un fulgor mortecino y abajo al otro lado del mar , el faro de la isla lanzaba sus intermitentes destellos.
Al impulso común la chata sobrenadó pronto , al mismo tiempo que una ola empapaba las vestiduras de la mujer, indiferente a la traidora dentellada del mar.
Vásquez yClemente saltaron adentro. El muchacho , de ancho rostro en que lucían ojos negros muy vivos, hundió al punto la de un remo por la parte de popa, mientras el padre cogía el bichero.
- ¡Singla, singla, Clemente!
Era preciso evadir con energía y destreza las rocas que orillaban la angosta caleta. Una ola reventó en la proa, produciendo borbotones de espuma. La chata se enderezó violenta, perovolvió a caer sobre su quilla ; embarcó agua y los pescadores recibieron la primera rociada.
De la playa, apenas visible a causa de la resaca, llegó la voz de Martina: - ¿Está ya? - Listos, mamita.
- Acuéstate, mujer, y oído a la señal.
- Cuando alumbre el lucero. Los pescadores ocuparon sus asientos en sus bancos y hundieron los remos a compás.
Poco a poco disminuía el ruido de la resaca y elbote concluyó por hundirse en las tinieblas ...
El Padre
Un viejecito de barba blanca y larga, bigotes enrubiecidos por la nicotina, manta roja, zapatos de taco alto, sombrero de pita y un canasto al brazo, se acercaba, se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del cuartel. Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó la palabra en la boca, con el grito:-¡Cabo de guardia!Elsuboficial apareció de un salto en la puerta, como si hubiera estado en acecho.Interrogado con la vista y con un movimiento de la cabeza hacia arriba, el desconocido habló:-¿Estará mi hijo?El cabo soltó la risa. El centinela permaneció impasible, frío como una estatua de sal.-El regimiento tiene trescientos hijos; falta saber el nombre del suyo -repuso el suboficial.-Manuel... Manuel Zapata, señor.El caboarrugó la frente y repitió, registrando su memoria:-¿Manuel Zapata...? ¿Manuel Zapata...? Y con tono seguro:-No conozco ningún soldado de ese nombre. El paisano se irguió orgulloso sobre las gruesas suelas de sus zapatos, y sonriendo irónicamente:-¡Pero si no es soldado! Mi hijo es oficial, oficial de línea...El trompeta, que desde el cuerpo de guardia oía la conversación, se acercó, codeó alcabo, diciéndole por lo bajo:-Es el nuevo; el recién salido de la Escuela.-¡Diablos! El que nos palabrea tanto...El cabo envolvió al hombre en una mirada investigadora, y como lo encontró pobre, no se atrevió a invitarlo al casino de oficiales. Lo hizo pasar al cuerpo de guardia.El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado, al alcance de su mano. Los soldados se acercaron,dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto. Un canasto chico, cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a picotear, primero, y a asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y pico negro, abierto por el calor. Al verla, los soldados palmotearon y gritaron como niños:-¡Cazuela! ¡Cazuela!El paisano, nervioso con la idea de ver a su hijo,...
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