Cuentos De Borges

Estaba como todos los días en la plaza Sarmiento; Solo, sentado, tomando mate. La gente que pasaba por allí pensaba que no tenía hogar, siempre me daban monedas o algo por el estilo y yo se las rechazaba, estaba allí porque vivía solo, mi madre había muerto hacía ya un año y papá no tenía desde los 3 años. Mi vida siempre fue muy solitaria, mi mamá, al no tener esposo, tenía que depender siemprede mi. Cuando ella estaba enferma yo la cuidaba y pasábamos unos buenos ratos juntos, siempre nos llevamos muy bien. Con respecto a mi trabajo, renuncié porque al tener a mi madre enferma y tener que cuidarla todos los días implicaba no ir a trabajar y siempre, ante todo, estaba la salud de ella. Cuando murió mi madre estuve muchos días en mi casa encerrado, la única persona que yo tenía para queme apoye a pesar de sus problemas y para que me escuche había muerto, era algo que no podía soportar.

En fin, como dije antes, mi vida era muy solitaria y siempre me sentaba en la plaza para reflexionar sobre ella, nunca llegué a ninguna conclusión de todas las preguntas que me hacía pero igual, era como una terapia para mí.
Un día, pasó frente a mis ojos una persona que jamás habríacreído encontrar. Era una mujer muy bella, de ojos color miel, cabello oscuro y de estatura poco mas que mediana. En el instante que pasó la miré y luego ella me miró a mí, fue como si los dos nos hubiésemos comunicado con el pensamiento, de inmediato dijo: “pobrecito, aquí tienes” dándome una moneda. Algo que no conté fue que yo soy muy tímido, es raro en mí que me relacione con alguien, generalmenteestaba solo, tuve un solo amigo en toda mi vida que se mudó a España hacía 2 años y nunca lo volví a ver. Pero bueno, ese no es el tema. ¿En qué estaba?, ¡Ah si! ; Algo me iluminó y pensé: “No la tengo que perder”. Así fue como le hablé, diciéndole mi nombre y preguntándole por el suyo, se llamaba Lucía. Esto que me pasó con ella en esos nueve minutos de mi vida fue increíble, jamás me habíapasado. Fue entonces cuando me di cuenta que ella era la persona que yo necesitaba para salir de mi profunda soledad.
Entablamos una buena conversación, le expliqué mi pasado y se lamentó por mí, inmediatamente la invité a tomar algo a lo que asintió con la cabeza. Al otro día nos encontramos en la cafetería de Don Miguel, ella hermosa como siempre, escuchando todo lo que yo le contaba,aconsejándome y cuidándome. Nos vimos todos los días durante una semana, luego las cosas comenzaron a cambiar. No nos veíamos muy seguido y yo me preocupaba, la llamaba y lo único que me decía era: “no puedo hablar, luego te llamo”.
Esperé su llamado por varios días pero nunca llegó, fue ahí cuando le envié una carta por correo a la cual ella respondió: “Lo siento, te dejo mi dirección mañana ven avisitarme y hablamos. Saludos, Lucía.”. Debo decir que esa carta me sacó una sonrisa, por supuesto al otro día fui y me atendió la mucama, me dijo que espere en la sala y así lo hice. Ansioso por volverla a ver, escucho la puerta, al darme vuelta era un hombre en silla de ruedas y me dice: “¿Ah con que usted es el amigo de Lucía no?, que tal yo soy su marido”. Al decirme esto, sentí que el corazón seme paralizó, casi sin aliento me quedaba, me puse pálido y le dije: “Hola señor, un gusto, si soy amigo de Lucía”. ¿Por qué habría hecho eso?, ¿A caso quería que yo viera por mi mismo que ella tenía esposo?, ¿Por qué no me lo dijo? .Sin durarlo un momento volví a decirle: “Disculpe señor, pero me surgió un improvisto y debo irme, dígale a Lucía que me llame luego. Gracias”. Salí corriendo a tomarun poco de aire, a ir a mi lugar de reflexión, la plaza. Estaba allí, sentado y solo como siempre pensando por qué me habría hecho eso. En medio de mi tristeza infinita se cruzaban millones de cosas por mi mente, a pesar de que la conocía hacía poco, ella fue la única persona que supo entenderme, que supo escucharme, que supo sacarme de mi soledad pero que me haya ocultado que era casada no...