cuentos de lugones
LEOPOLDO LUGONES
CUENTOS FANTASTICOS
Leopoldo Lugones
Cuentos
fantásticos
Publicado por Ediciones del Sur. Córdoba. Argentina.
Febrero de 2007.
Distribución gratuita.
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ÍNDICE
La Fuerza Omega ........................................................ 6
La Lluvia de Fuego..................................................... 21
Un Fenómeno Inexplicable ........................................ 35
El Milagro de San Wilfrido ........................................ 46
El Escuerzo.................................................................. 56
La Metamúsica ............................................................ 62
El Origen del Diluvio................................................. 77
Los Caballos de Abdera .............................................. 86
Viola Acherontia ......................................................... 95
Yzur .............................................................................. 104
La Estatua de Sal ........................................................ 116
El Psichon.................................................................... 124
Ensayo de una cosmogonía en diez lecciones .......... 137
LA FUERZA OMEGA
No éramos sino tres amigos. Los dos de la confidencia. en cuyo par me contaba, y el descubridor de la espantosa fuerza que, sin embargo del secreto, preocupaba ya a la gente.
El sencillo sabio ante quien nos hallábamos, no procedía de ninguna academia y estaba asaz distantede la
celebridad. Había pasado la vida concertando al azar de
la pobreza pequeños inventos industriales, desde tintas
baratas y molinillos de café, hasta máquinas controladoras para boletos de tranvía.
Nunca quiso patentar sus descubrimientos, muy ingeniosos algunos, vendiéndolos por poco menos que nada
a comerciantes de segundo orden. Presintiéndose quizá
algo de genial, que disimulaba conmodestia casi fosca,
tenía el más profundo desdén por aquellos pequeños
triunfos. Si se le hablaba de ellos, concomíase con displicencia o sonreía con amargura.
—Eso es para comer —decía sencillamente.
Me había hecho su amigo por la casualidad de cierta
conversación en que se trató de ciencias ocultas; pues
mereciendo el tema la aflictiva piedad del público, aquellos a quienes interesasuelen disimular su predilección,
no hablando de ella sino con sus semejantes.
Fue precisamente lo que pasó; y mi despreocupación por el qué dirán debió de agradar a aquel desdeñoso, pues desde entonces intimamos. Nuestras pláticas
sobre el asunto favorito fueron largas. Mi amigo se inspiraba al tratarlo, con aquel silencioso ardor que caracterizaba su entusiasmo y que sólo se traslucía en elbrillo de sus ojos.
Todavía lo veo pasearse por su cuarto, recio, casi
cuadrado, con su carota pálida y lampiña, sus ojos pardos de mirada tan singular, sus manos callosas de gañán
y de químico a la vez.
—Anda por ahí a flor de tierra —solía decirme— más
de una fuerza tremenda cuyo descubrimiento se aproxima. De esas fuerzas interetéreas que acaban de modificar los más sólidos conceptos de laciencia, y que justificando las afirmaciones de la sabiduría oculta, dependen
cada vez más del intelecto humano. La identidad de la
mente con las fuerzas directrices del cosmos —concluía
en ocasiones, filosofando— es cada vez más clara; y día
llegará en que aquella sabrá regirlas sin las máquinas
intermediarias, que en realidad deben de ser un estorbo. Cuando uno piensa que las máquinas no sonsino
aditamentos con que el ser humano se completa, llevándolas potencialmente en sí, según lo prueba al concebirlas y ejecutarlas, los tales aparatos resultan en substancia simples modificaciones de la caña con que se prolonga el brazo para alcanzar un fruto. Ya la memoria supri7
me los dos conceptos fundamentales, los más fundamentales como realidad y como obstáculo —el espacio y el...
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