Cuentos Latinoamericanos

Páginas: 51 (12567 palabras) Publicado: 10 de marzo de 2014
LA MAÑANA DE SAN JUAN

Pocas mañanas hay tan alegres, tan frescas, tan azules, como esta mañana de San Juan. El cielo está muy limpio, «como si los ángeles lo hubieran lavado por la mañana»; llovió anoche, y todavía cuelgan de las ramas brazaletes de rocío que se evaporan luego que el sol brilla, como los sueños luego que amanece; los insectos se ahogan en las gotas de agua que resbalan porlas hojas, y se aspira con regocijo ese olor delicioso de tierra húmeda, que sólo puede compararse con el olor de los cabellos negros, con el olor de la epidermis blanca y el olor de las páginas recién impresas. También la naturaleza sale de la alberca con el cabello suelto y la garganta descubierta; los pájaros se emborrachan con el agua, cantan mucho, y los niños del pueblo hunden su cara en lagran palangana de metal. ¡Oh mañanita de San Juan, la de camisa limpia y jabones perfumados! Yo quisiera mirarte lejos de estos calderos en que hierve grasa humana; quisiera contemplarte al aire libre, allí donde apareces virgen todavía, con los brazos muy blancos y los rizos húmedos, Allí eres virgen: cuando llegas a la ciudad, tus labios rojos han besado mucho; muchas guedejas rubias de tuundívago cabello se han quedado en las manos de tus mil amantes, como queda el vellón de los corderos en los zarzales del camino; muchos brazos han rodeado tu cintura; traes en el cuello la marca roja de una mordida, y vienes tambaleando con traje de raso blanco todavía, pero ya prostituido, profanado, semejante al de Giroflé después de la comida, cuando la novia muerde sus inmaculados azahares y empapasus cabellos en el vino ¡No, mañanita de San Juan, así yo no te quiero! Me gustas en el campo, allí donde se miran tus azules ojitos y tus trenzas de oro. Bajas por la escarpada colina poco a poco; llamas a la puerta o entras sigilosamente la ventana para que tu mirada alumbre el interior, y todos te recibimos como reciben los enfermos la salud, los pobres la riqueza y los corazones el amor. ¿Noeres amorosa? ¿No eres muy rica? ¿No eres sana? Cuando vienes, los novios hacen sus eternos juramentos; los que padecen, se levantan vueltos a la vida; y la dorada luz de tus cabellos siembra de lentejuelas y monedas de oro el verde oscuro de los campos, el fondo de los ríos y la pequeña mesa de madera pobre en que se desayunan los humildes, bebiendo un tarro de espumosa leche, mientras la vaca mugeen el establo. ¡Ah! Yo quisiera mirarte así cuando eres virgen, y besar las mejillas de Ninón... ¡sus mejillas de sonrosado terciopelo y sus hombros de raso blanco!
Cuando llegas, ¡oh mañana de San Juan!, recuerdo una vieja historia que tú sabes y que ni tú ni yo podemos olvidar, ¿Te acuerdas? La hacienda en que yo estaba por aquellos días era muy grande; con muchas fanegas de tierra sembradas eincontables cabezas de ganado. Allí está el caserón, precedido de un patio con su fuente en medio. Allá está la capilla. Lejos, bajo las ramas colgantes de los grandes sauces, está la presa en que van a abrevarse los rebaños. Vista desde una altura y a distancia, se diría que la presa es la enorme pupila azul de algún gigante, tendido a la bartola sobre el césped ¡Y qué honda es la presa! ¡Tú losabes...!
Gabriel y Carlos jugaban comúnmente en el jardín. Gabriel tenía seis años; Carlos, siete. Pero un día, la madre de Gabriel y de Carlos cayó en cama, y ro hubo quien vigilara sus alegres correrías. Era el día de San Juan. Cuando empezaba a declinar la tarde, Gabriel dijo a Carlos:
–Mira, mamá duerme y ya hemos roto nuestros fusiles, Vamos a la presa. Si mamá nos riñe, la diremos queestábamos jugando en el jardín. –Carlos, que era el mayor, tuvo algunos escrúpulos ligeros. Pero el delito no era tan enorme, y además, los dos sabían que la presa estaba adornada con grandes cañaverales y ramos de zempazúchil. ¡Era día de San Juan!
–¡Vamos! –le dijo–; llevaremos un Monitor para hacer barcos de papel y les cortaremos las alas a las moscas para que sirvan de marineros,
Y Carlos y...
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