Cuentos Malevolos

Páginas: 131 (32558 palabras) Publicado: 3 de diciembre de 2012
Cuentos malévolos Clemente Palma 1
CUENTOS MALÉVOLOS
Clemente Palma
LOS CANASTOS
Entre hacer un pequeño servicio que apenas labre huella en la memoria del beneficiado o un grave daño que le deje profundo recuerdo, elegid lo segundo. Os contaré lo que me sucedió una tarde de invierno con un pobre hombre llamado Vassielich.
Os juro que yo soy bueno, que soy un buen padre de familia, perocoló en la época en que hay sol en este cielo brumoso. ¡Oh!, la bruma invernal me hace daño y me convierte en malvado. Si yo fuera, poppe, en verano rendiría culto a Dios, pero en invierno le volvería la espalda y me entregaría a darle gusto al diablo. En el invierno le amo, siento que se introduce en mi ser, que estruja mi espíritu y aviva el fuego de mis malos instintos; entonces me sientonihilista, capaz de ser ladrón y asesino;, lo rojo me excita, y lo afilado y lo agudo me fascinan. Cuando llega la época de las primeras nevadas, mi mujer me. dice: "Marcof, padrecito mío, ya las malas ideas comienzan a fulgurar en tus ojos. Ya viene el tiempo en que no vives sino gruñendo y blasfemando, en que nos aporrea a tus hijos y a mí. Mira, no te alejes de la estufa, porque el hielo te hacemalvado..." Pero decía hace poco que iba a referiros una aventura que tuve: ya lo había olvidado. Escuchadme:
Iba yo una tarde caminando, con 'mi pipa en la boca, por un largo y estrecho puente. Un carretero sordo llamado Vassielich seguía el mismo camino que yo, conduciendo en su carro más de veinte canastos de pescado fino, que diferentes dueños le hablan comisionado que llevara al mercado parala venta del siguiente día. El carro, a causa de la curvatura del puente, se inclinaba hacia el borde derecho, pero no había peligro de que cayese, porque el pretil era suficientemente alto para impedir la caída. Con todo, hubiera querido darle un buen susto a Vassielich. Creedme que no soy malo, pero deseaba con toda mi alma darle un susto, aunque no fuera sino arrojarle con carreta y todo alrío, De repente, la cuerda que sujetaba los canastos rompió o desató... A fe que sentí un vuelco en el corazón. El puente es estrecho y largo, el carro caminaba despacio y saltaba mucho, el suelo del puente tiene una inclinación sensible del centro hacia los bordes... A los pocos segundos, ¡pum!, uno de log canastos se desprendió, cayó pesadamente sobre el pretil y desde allí se precipitó al río. Lovi caer y una voz muy débil murmuraba dentro algo así como: "avisa a ese infeliz carretero que su carga se va al río". Pero el invierno me gritaba más alto: "cállate, hombre, y limítate a mirar, ¿no es curioso y entretenido ver caer veinte canastos, uno detrás de otro, como una manada de estúpida; carneros?" Y la verdad es que preferí esto. Cierto que Vassielich, un buen hombre que jamás me habíahecho daño alguno, iba a sufrir mucho con esta desgracia, pero ¿a mí qué me importaba?, ¿perdía yo algo con el desastre de Vassielich? No; al contrario, ganaba una diversión durante el trayecto del puente, que tiene unos cien metros de largo–. Callé y vi caer la segunda canasta, luego la tercera y la cuarta, y la quinta y otras muchas. El pobre Vassielich, sea porque fuera sordo, o porque ibadistraído, no advirtió el ruido delicioso de los canastos al romper la superficie ondulosa del río, haciendo saltar chorros de espuma. El caballo advirtió mejor lo que pasaba, pues, al sentir el carro menos pesado, aligeró el paso. Cuando llegamos al término del puente, corrí hacia la carreta:
–¡Eh, Vassielich, amiguito! Cuentos malévolos Clemente Palma 2
El carretero no me oía; tuve que avanzarmás y tocarle la pierna con el extremo de mi pipa, gritándole:
–¡Vassielich! ¡Vassielich!
–¡Eh!, ¿qué deseas? Tengo prisa...
–¡Ay, padrecito, no la tengas ya! Voy a comunicarte una gran desgracia.
–¡Dios de Dios! ¿Ha muerto Ivanowna, mi mujer?
–No, te juro que no; es algo peor y de más trascendencia social.
–¿Ha muerto el Zar?
–¿Eh? ¡así reventara!...
–Habla, habla...
–Pues,...
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