cuentos para cada día
Claudia Cornejo Parraguez
El niño que quería ver a su ángel
Escrito por Jacqueline Balcells
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Todo niño tiene un ángel que se llama igual que él y que lo cuida mañana, tarde y noche. Son los ángeles de la guarda que no comen, ni duermen, ni descansan nunca. Pero ciertas noches de verano,cuando sus niños están durmiendo muy cansados y tranquilos, sus ángeles salen de puntillas de su pieza y salen a juntarse en el árbol más grande del vecindario. Y allí, reunidos a la luz de las estrellas como una bandada de pájaros nocturnos y transparentes, se cuentan unos a otros las maravillas, alegrías y desastres de sus niños. Como tienen el oído finísimo, cada ángel oye respirar a su ahijadoaunque este duerma a cuatro cuadras de distancia; y si alguna pesadilla o algún dolor lo despierta, el ángel de la guarda vuelve a su lado en un suspiro.
Los ángeles adoran al niño o niña que Dios les confió, aunque sea feo o bonito, bueno, egoísta o mentiroso. Y aunque con su mirada de ángel nunca dejan de darse cuenta de las debilidades de su ahijado, siempre encuentran algo bueno, único y preciosoque solo tiene su niño y que comentan en sus juntas nocturnas sobre los árboles.
El niño que quería ver a su ángel
Así, una noche estrellada, uno de los treinta y tres ángeles de la guarda posados en la copa del árbol más alto del barrio, contó la historia del niño que quería ver a su ángel.
—Simón, mi ahijado —comenzó diciendo el ángel—, es un niño que no se parece a ningún otro niño. Cuandosu mamá le enseñó por primera vez esa oración que nuestros ahijados nos rezan en la noche y que empieza “Ángel de mi guarda, dulce compañía…”, mi Simón la abrumó a preguntas:
—¿Dónde está mi ángel, mamá? ¿Por qué no lo veo? ¿Tiene alas como los pájaros o manos como nosotros? Y cuando yo corro, ¿vuela para seguirme? ¿Y cuando duermo, se pone a dormir también o solo me cuida?
—Sé que todos losniños hacen ese tipo de preguntas —siguió el ángel de Simón—, y sé que los padres contestan con respuestas vagas que al poco tiempo se olvidan. Pero mi ahijado no. Él siguió preguntando y preguntando a tal punto, que su mamá, desesperada, acabó por prohibirle que mencionara mi nombre.
—No sé más… ¡Me vas a volver loca!
—¡Pero es que yo tengo que saber cómo es! —insistió Simón.
—Sé bueno y lo sabrás—respondió ella, para que la dejara tranquila.
—Si soy muy bueno, ¡¡¿podré verlo?!!! —gritó Simón.
Y su madre, sin pensar en las consecuencias, respondió:
—Sí, si eres muy bueno podrás verlo.
Desde ese día Simón cambió por completo. De egoísta que era, se puso generoso. Sus juguetes, que antes guardaba cuidadosamente y no se los prestaba a nadie, ahora estaban desparramados por toda la casacomo si fueran de sus hermanos menores; de rabioso que era, se puso manso; en la casa no volvió a gritarle a nadie y de flojo que era se puso estudioso.
¿Pero creerán, hermanos ángeles, que yo no estaba contento con los cambios de Simón, sino que me asustaban? Porque Simón se portaba así de bien, no porque quisiera de verdad ser bueno, sino porque calculaba que portándose bien yo me sentiríaobligado a mostrarme.
—Ángel ¿viste cómo Juan me empujó a la salida del colegio y yo no le pegué? —me preguntaba en la noche antes de dormirse—. ¿No te parece que estoy más bueno? ¿Cuándo te voy a ver?
Luego se ponía a escudriñar todos los rincones de la pieza como si yo estuviera jugando a las escondidas. Y como no me veía, cada día se proponía ser aún más bueno y leer el libro latoso que le habíarecomendado la profesora y ayudar a su mamá a ordenar la casa.
Y pasó al fin lo que tenía que pasar. Sus compañeros se aburrieron de él y le dijeron que era un tonto que no sabía defenderse; los profesores dejaron de interrogarlo cansados de que siempre supiera el doble que los otros; sus hermanos perdieron interés en sus juguetes. Simón se fue poniendo triste, perdió el apetito, enflaqueció y...
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