Cuentos para la biodiversidad
Oculta en una de las cañadas más pronunciadas del corazón de la selva, justo por encima del diminuto arroyo, había una pequeña cueva. Era la cueva donde habitaba el murciélago que ahora se encontraba solitario y como todas las noches, había salido a conquistar el silencio con su canto. Después de que ella lo dejó sin decir nada, él no tenía a ningún lugar a dónde irasí que su recorrido era el mismo de siempre y se dedicaba a buscarla cada noche, sin rastro de ella. Por las mañanas, se dedicaba a soñarla, soñaba cada momento que pasó junto a ella, se había puesto más flaco y había perdido el interés por la noche seductora que la selva le ofrecía después del atardecer. Para él, había pasado demasiado tiempo ya, tenía recuerdos hilvanados de ese momento justoantes de la temporada de lluvias. Aquella noche, a diferencia de los demás murciélagos, estaba ansioso por salir. Para ellos, las noches de luna eran noches nada placenteras, no solamente porque la luna iluminaba hermosamente hasta el rincón más escondido de la selva si no porque por alguna razón desconocida, los insectos que se podían cazar, se escondían también.
Esa noche, el murciélago sentía lanecesidad de salir como si alguien le estuviera susurrando en sus adentros que justo esa era su noche. Y así fue. Al salir, lo primero que percibió fue ese aroma, un aroma como ningún otro, de esos aromas que tocan el alma y que generan esa adicción instantánea. El murciélago sufría de mala visión desde que recuerda y odiaba el hecho de que su familia se lo hubiera heredado, había aprendido aguiarse por el sonido de cada cosa que reflejaba su voz y los olores a su alrededor. ¡Pero qué olor! Embriagado por la esencia, siguió aquel rastro lleno de magia y finalmente, llegó a ella. Aunque no podía verla, podía imaginarla con base a sus sonidos y a sus aromas. Era sin duda, la flor más hermosa de toda la selva, con esos pétalos carnosos y brillantes de cara a la luna y en el centro, esecorazón, ese manjar de miel fresca. Por su parte, la flor naciente, jamás había sido tocada, y esperaba a ese caballero del que había escuchado antes.
El encuentro no tenía mucha ciencia al abrir ella su corazón, él llegaría a darle su primer y último beso de amor. En una sola noche, ella lograría vivir para siempre y podría vivir todo lo que una flor de esa belleza podría vivir, sería plena, seríaeterna. El murciélago, actuaba ya solamente por instinto, obsesionado por lo más preciado jamás descubierto por él, el olor inigualable de ella. Cuando el murciélago posó su nariz sobre sus pétalos, la reacción de la flor carnosa fue electrizante, llegó al punto más interno. Fue como si toda la vida estuviesen esperándose el uno al otro y en ese momento, los dos se fundieron en uno. Así como ella loesperó por tanto tiempo, él la besó, fue justo como ella lo esperaba. Después de acariciar cada uno de sus pétalos con la punta de su nariz en pleno vuelo, él finalmente probó esa miel amarga de su interior. Ella al instante llegó al punto de la fascinación y dejó que él se llenara de ella en sus adentros.
“Esa noche fuimos eternos”. Pensaba el Murciélago cada vez que llegaba a él la brisa que lerecordaba a aquella flor de su vida. Llegó la temporada de lluvias y ella se fue. Una sola noche le bastó para convertirse en el amante íntimo de la flor carnosa de miel amarga. Él había llegado ya al punto de la resignación, jamás volvería a saber de ella, y a pesar de que cada día que pasaba el recuerdo se difuminaba, siempre recordaría el aroma aquel que lo volvió loco.
La mala mujerHace no mucho en uno de los poblados de la sierra habitaba una mujer en una choza de madera. La mujer blasfemaba todo el tiempo y a todo lo que se le cruzaba por el camino. Ella no veía días soleados y lindos, ella veía días calurosos y asquerosos. Si es que un pajarito llegaba a cantar, ella con su resortera lo mandaba a callar. No era capaz de apreciar la belleza en lo absoluto, hasta el...
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