Cuentos policiales

Páginas: 42 (10260 palabras) Publicado: 12 de septiembre de 2012
Desafiar al destino

Quien cree en el destino, rara vez hace una saludable autocrítica de sus decisiones o mejor dicho de cómo sus decisiones van forjando un camino o más bien forzándolo. Particularmente, creía que el destino era una fuerza tangible que, por nuestras acciones, nos arrastra en un único sentido, de tal manera que, será y debería haber sido, se convierte en la misma cosa. Yosiempre creí fervientemente en el destino. Hasta que decidí ponerlo a prueba. Confrontarlo. Desafiarlo a que, algo suceda como yo quería y no como, suponía, ya estaba escrito. Hasta ese momento en cuestión, se podría considerar a mi vida como un intrascendente transcurrir. Pasaba de etapa a etapa, de día en día, sin hacer mella en el aquí y ahora; sin dejar una huella que demuestre mi paso por estelugar.Todos mis días comenzaban de la misma manera. Me levantaba exactamente a las seis y cuarto. Cinco minutos después del sonido de la alarma del despertador; caminaba descalzo los diecisiete pasos que separan mi habitación del cuarto de baño para lavarme la cara y los dientes. Afortunadamente, soy calvo y para evitar demoras innecesarias llevo la cabeza rapada hace varios años. Por eso, en total,no me lleva más de cinco minutos asearme por la mañana. Todavía descalzo, encendía la cafetera que siempre quedaba preparada de la noche anterior y mientras se hacía el café, regresaba al dormitorio para terminar de cambiarme. Al regresar a la cocina, el aroma a café recién hecho, me terminaba de despertar. Desayunaba de parado, comiendo cualquier galleta o pedazo de pan que andaba dando vueltapor la mesa y exactamente a las seis y cuarenta, salía hacia la empresa donde trabajo, siguiendo el mismo camino desde hace casi 17 años. Cinco cuadras caminando hasta la estación de subtes, luego por metro hasta la plaza principal y finalmente tres cuadras más de caminata, hasta el edificio, donde la empresa donde trabajo, ocupaba la totalidad del quinto piso. Un día de aquellos en los que me solíareplantear toda mi existencia, decidí que debía dar un cambio radical en mi vida. Tentar al destino. Retarlo.Es por eso, que elaboré un cuidadoso plan, modelando minuciosamente como un verdadero artesano, a punta de cincel, los contornos de un nuevo destino. Con premeditación, atrasé la alarma de mi reloj despertador, a las siete. Pensé que para cambiar mi destino, bien podría comenzar por llegartarde al trabajo. Si bien ese cambio no representaría demasiado en cuestión de tiempo, todas las cosas que hice luego de levantarme, me llevaron a salir de mi casa casi a las ocho de la mañana. Al salir, enfilé como siempre hacia la estación de subtes, pero a diferencia de lo habitual, lo hice por el camino más largo. Caminaría alrededor de ocho cuadras en lugar de cinco. Caminaba a paso lento,como disfrutando del nuevo panorama, cuando de repente, la imagen de una bella dama me hizo despojar de todos mis pensamientos y me hipnotizó por completo. Sentada en un bar, en una mesa ubicada al lado de la ventana; me llamó la atención su increíble falta de decoro para hacer lo que estaba haciendo. Con mucho cuidado, y mirando en todas las direcciones, para asegurarse de que nadie la veía;introducía su dedo meñique en uno de los orificios de la nariz y rascando con la uña, arrastraba un asqueroso contenido que luego, sin demasiadas parsimonias, lo llevaba a la boca. Con una mezcla de asco y repulsión, apuré el paso, pero no pude dejar de mirarla. Para mi asombro, lo hizo una vez más. Era tal el grado de atención que tenía en ella que no reparé en la cantidad de peatones que venían hacíami y se iban haciendo a un lado, para no chocarme. En cuestión de segundos había recorrido todo el ancho de la vereda y a punto estuve de bajarme a la calle, si no hubiera sido por un fuerte bocinazo, que, si bien me hizo volver en sí, no fue suficiente para evitar el mal mayor. Sin darme cuenta del error que estaba por cometer, continué caminando sin mirar hacia el frente, hasta que un...
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