Cuentos Rubem Alves
Cuentos: El jardinero y Fraülein
Un niño, de lejos observaba a los pescadores en sus barcos llevados por el viento. Pensaba que el mar no
tenía fin, pensaba que los pescadores eran felices que no necesitaban sembrar los peces para después
tomarlos, el mar era generoso, él mismo sembraba los peces que los pescadores sacaban con sus redes.
Tenía envidia de lospescadores, él era hijo de agricultores, tenía que sembrar para cosechar, diferente del
mar, la tierra tenía fin. Todos los trozos de tierra, los más insignificantes, todos debían ser sembrados; los
pescadores si querían más, bastaba con navegar mar adentro. Pero los agricultores no podían desear más, la
tierra llegaba a su fin, quién quería más tierra para cultivar tendría que salir de la tierra conocidae ir en
busca de otras tierras, más allá del mar sin fin.
El escuchaba a los más viejos hablar sobre eso. Un país del otro lado del mar, tan lejos que allá era de noche
cuando en su país era de día.
Y fue así que llegó el día en que el adolescente, país de gente con rostros diferentes, de comida diferente, de
lengua diferente, de religión diferente, de costumbres diferentes, menos una cosa, latierra era la misma y
sus secretos, ellos los conocían sus hermanos y sus padres entrarían a un navío que los llevaría a tal país
¿cómo era su nombre? Buragiro... y fue así que ellos, japoneses conseguirían decir el nombre de Brasil...
En Brasil, Hiroshi Okumura ese era su nombre, consiguió trabajo en la casa de una familia de alemanes,
familia rica, casa de muchos criados y criadas. El no hablabaportugués ni alemán, pero no importaba, su
trabajo era cuidar la huerta y jardín, la lengua de la tierra y de las plantas él las conocía muy bien, la prueba
de eso estaba en los arbustos artísticamente podados según la inspiración milenaria de los bonsáis en las
canteras extendidas de flores, las hortalizas crecían exuberantes. Y fue así en su fiel y silenciosa aptitud de
jardinero y hortelano quepasó a ser muy querido por sus patrones.
Pero nadie ni de lejos imaginaba los sueños que aguardaba el alma del jardinero, quien no sabe piensa que
el jardinero sólo sueña con tierra, agua y plantas, pero los jardineros tienen también sueños de amor,
jardines sin amor son bellos y tristes, pero cuando el amor florece, el jardín se perfuma y se alegra. Pues ese
era el secreto que anidaba en el almadel jardinero japonés, él amaba a una mujer, una alemancita servicial
también todos la conocían por "Fraülein", cabellos color cobre como él nunca había visto en su país, piel
blanca salpicada de pecas, ojos azules y una discreta sonrisa en su boca carnuda que se transformaba en risa
cuando estaba lejos de los patrones. Era ella quien le llevaba el plato de comida, siempre con aquella
sonrisa...
Yel soñaba, soñaba que sus manos acariciaban sus cabellos y su rostro, soñaba que sus brazos la abrazaban,
Soñaba que su boca y su lengua bebían amor en aquella boca carnosa... y su imaginación hacía aquello que
hace la imaginación de los apasionados, se imaginaba en un ritual de amor, delicado como la ceremonia del
té, retirando la ropa de Fraülein y besando su piel. La imaginación de unjardinero japonés apasionado es
igual a la imaginación de todos los enamorados...
Pero era apenas un sueño, miraba su cuerpo regordete, su ropa tosca de jardinero, sus manos llenas de
tierra y sus dedos ásperos como las piedras. Fraülein pertenecía a otro mundo distante al de su mundo de
jardinero.
Algunas veces él le ofrecía una flor cuando ella le llevaba comida, ella sonreía con aquella linda sonrisade
niña y agradecida regresaba saltando hacia su casa con la flor en la mano. Había otras ocasiones en que ella
tomaba la flor y la llevaba a su nariz pecosa para sentir el perfume, los pétalos de la flor tocaban sus labios y
su cuerpo de jardinero se estremecía imaginando que su boca estaba tocando los labios de ella.
Pero su amor nunca salió de la fantasía, nadie nunca supo.
Los años pasaron...
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