Cuentos varios de pedro urdemales
Iba Pedro Urdemales por un camino y se encontró con un caballero que, hallándole cara de hombre inteligente, le preguntó:
— Dígame, amigo, ¿qué tal es usted para calcular?
— No muy malo, señor, le contestó Pedro; Casi siempre la acierto.
— Bueno, pues; dígame entonces ¿de cuántas capachadas podría sacarse toda la piedra y la tierra de ese cerro?, y le señalaba con el dedo unobastante grande que se veía cerca de ahí.
— Según el tamaño del capacho, pues, señor, — respondió Urdemales; si el capacho hace la mitad del cerro, de dos cosechadas; si es del tamaño del cerro mismo, de una sola.
EL CABALLERO PREGUNTÓN
Entró una vez un caballero a la bodega de su hacienda y al abrir la puerta vio adentro a Pedro Urdemales que llenaba muy tranquilamente un saco de trigo.Pedro Urdemales lo miró y como si tal cosa, siguió en su operación. El caballero, que era hombre de mucha calma, lo contempló un rato y por fin le preguntó:
— ¡Qué estás haciendo, hombre?
Pedro Urdemales le contestó con mucha flema:
— Ahora no le 'igo ná por preduntón!
El caballero lo dejó hacer; y cuando Pedro, repletó ya el saco y convenientemente amarrada la boca, se lo echó al hombro ysalió con él muy suelto de cuerpo, sin mirar siquiera al hacendado, éste le dijo:
— !Bueno, pues, amigo, cuando haga tortillas, convídeme con una!
Pedro le respondió con aire indiferente.
— ¡Ahora no le doy ná por pirigüeño! — y siguió muy campante con su carga.
Ahora pasemos a los cuentos.
1. EL ÁRBOL DE LA PLATA
Pedro Urdemales le había patraquiado a un viajero unas dos onzas deoro, que cambió en moneditas de a cuartillo. Más de mil le dieron, recién acuñadas, y tan limpiecitas que brillaban como un sol. Con un clavito le abrió un portillito a cada una y pasándoles una hebra de hilo, las fue colgando de las ramas de un árbol, como si fueran frutas del mismo árbol. Los cuartillos relumbraban que daba gusto verlos.
Un caballero que venía por m camino que por ahí cercapasaba, vio desde lejos una cosa que brillaba, y metiéndole espuelas al caballo, se acercó a ver qué era. Se quedó con la boca abierta mirando aquella maravilla, porque nunca había visto árboles que diesen plata.
Pedro Urdemales estaba sentado en el suelo, afirmado contra el árbol. El caballero le preguntó:
— Dígame, compadre, ¿qué arbolito es éste?
— Este arbolito, le contestó Pedro, es el Árbolde la Plata.
— Amigo, véndame una patillita para plantarla; le daré cien pesos por ella.
— Mire, patroncito le dijo Urdemales, ¿pa’ qué lo engaño? Las patillas de este árbol no brotan.
— Véndame, entonces, el árbol entero; le daré hasta mil pesos por él.
— Pero, patrón, ¿que me ha visto las canillas? ¿Cómo se figura que por mil pesos le voy a dar un árbol que en un año solo me producemucho más que eso?
Entonces el caballero le dijo:
— Cinco mil pesos te daré por él.
— No, patroncito, ¿se imagina su mercé que por cinco mil pesos le voy a dar esta brevita? Si me diera la tontera por venderla, no la dejaría en menos de diez mil pesos; sí, señor, en diez mil pesos, ni un chico menos, y esto por ser a usté .
Dio el caballero los diez mil pesos y se fue muy contento con elarbolito. Pero en su casa vino a conocer el engaño, y le dio tanta rabia que se le hacia chica la boca para echarle maldiciones al pillo que lo había hecho leso.
Mientras tanto, Pedro Urdemales se había ido a remoler los diez mil pesos.
2. LA PIEDRA DEL FIN DEL MUNDO
Divisó Pedro Urdemales a mi huaso que venía de a caballo y entonces se puso a sujetar una piedra muy grande que había en lafalda de un cerro. Cuando el huaso llegó, Pedro le dijo:
— Si esta piedra se me cae, el mundo se acaba; yo estoy muy cansado; ¿por qué no se pone usted en mi lugar mientras voy a buscar gente que la sujete?"
El huaso accedió, se bajó del caballo y se colocó en el sitio en que estaba Pedro. Entonces Pedro Urdemales se subió al caballo del huaso, y diciéndole que se aguantara un ratito, que...
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