Cuentos
Era de día, o así parecía ser. Lacontradicción, o mi simple error de cálculo, no me arredró. Pero la ciudad estaba desierta.
Demasiadas incongruencias, demasiados saltos de raccord para ser pasados por alto
Caminé y caminé por lasamplias avenidas de la ciudad bajo un sol cegador. De cuando en cuando, un coche con los faros negros como la conciencia de un ministro atravesaba la calzada y algún borracho solitario se agarraba a unafarola en un intento desesperado de parar el mundo. Tenía que ser de noche, pero era de día y la ciudad se comportaba como si fuese de noche.
Seguí caminando. A medida que me acercaba al centro, missospechas se iban confirmando: los comercios cerrados y los bares abiertos. La gente entraba y salía de ellos con la euforia signo de la noche. El mundo se había vuelto del revés.
Algo no iba bieny yo sabía que tenía que ver conmigo. Debía encontrar alguien amigo, un conocido, al menos, que me explicase qué estaba pasando, que me dijese mi nombre, el nombre de mi madre y de qué me conocía.Por fin, para mi alivio, llegué a un lugar reconocible: estaba en la puerta del bar de mis amores, donde mi crédito es ilimitado y todo el mundo me conoce, empezando por el portero, estaba salvado.– “¿Qué hay, men?”- le dije alegremente al armario de la puerta.
-“Lárgate”
-“¿Cómo que lárgate, tronco, no me conoces?”
Y me comí una hostia.
-“No queremos tipos como tú por aquí”, me dijo sinmirarme. No insistí, ¿para qué? Un portero es una pared con chupa de cuero.
Mi bar, el único sitio del mundo donde las cosas siempre son como tienen que ser, me cerraba sus puertas. A mí.A no ser que yo no fuera quien creía ser.
Me desplomé en una esquina y lloré hasta perder el conocimiento.
Cuando desperté era de noche; quiero decir, era de día. Por lo menos para todo el...
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