cuentos
Pero una vez que expresó este deseo delante de su familia, le dijeron que no pensara más en talcosa, porque allí estaban los Señores-Hombres, que matan de un escobazo o de un pisotón a los Sapitos negrucios, y estaban también las aves que hallaban muysabroso comerlos.
En verdad --según la familia sabihonda--, en la tierra sólo calamidades esperaban a los Sapos.
Pero a Sapete estas pavorosasperspectivas no le hicieron gran mella. Y un buen día, cuando el balde se llenaba de agua, dio un saltito y se dejó caer en él. Empezó el balde a subir y un gran gozofue inundando a Sapete y luego una claridad lo deslumbró, y cuando llegó arriba y unas manos tomaron el balde para volcar su contenido en un jarro, oyó gritosde asco y apenas, dando un brinco prodigioso, pudo librarse del zapato que amenazaba reventarlo.
Pero logró ocultarse entre unas matas.
--¡El Sol!
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