cuentos

 La misa de los muertos

Leyenda francesa
Quienes cuentan esta leyenda dicen que sucedió en el pueblito perdido entre
montañas gigantescas y acantilados que daban al mar un aspecto caprichoso. Allá
vivía Antonia, una mujer a quien se le había muerto su querido esposo. Ella lo
recordaba todo el tiempo y por eso cada año pedía al curadel pueblo que hiciera
una misa en memoria suya.
Como este año no era distinto de los otros, el día antes de la misa Antonia
recordó a todos vecinos el magno acontecimiento. Pasaba frente a las casas,
golpeaba la puerta y decía:
-Ya mañana es la misa de Manuel, me encantaría que vinieran.
Antonia repitió lo mismo muchas veces, así que llegó cansadamente a su casa
y sequedó dormida sin quitarse los zapatos. Nunca se despertaba a medianoche,
pero curiosamente esa noche se despertó. No sabía bien qué era y como desde la
ventana de su cuarto se veía una gran parte del pueblo, se asomó para distraerse un
poco. Al ver luces en la iglesia la viuda se levantó, se puso su traje negro y salió
rumbo al templo. No se encontró con nadie y eso le pareció un pocoextraño, pero
pensó que la causa de ello era cada día veía menos.
Entró a la iglesia, tomó agua bendita y se sentó. Durante unos segundos se
quedó dormida pero recordó que estaba en la casa de Dios. Entonces como el cura
no había salido aún, se puso a mirar determinada mente a su alrededor y se
encontró con desconocidos.
“Qué extraño... no reconozco a nadie y eso que nací eneste pueblo. ¿Quién
será esa mujer sentada en aquella esquina? ¿Y aquel hombre pequeño medio
regordete? Y esa niña, ¿de quién será hija? Y esa mujer... ¡cómo se atreve a
vestirse de rojo en la misa de Manuel!”, pensaba Antonia. Y así continuó
examinando a todo el mundo, hasta que apareció el cura y entonces ella dedicó
toda su atención a la misa (¡era lo menos que merecía su queridoManuel!).
A medida que avanzaba la ceremonia, pasaron cosas rarísimas:el sacerdote
tocó una campanilla -sí la tocó, porque Antonia lo vio, con todo y que estaba
medio ciega- pero la campanilla nunca sonó Además, cuando llegó el momento de
cantar el Ave María, todos se levantaron y movieron los labios, pero Antonia
nunca escuchó nada distinto al sonido del viento que golpeaba losgrandes
ventanales. Luego llegó la hora de la limosna y, como no cargaba nada, entregó al
monaguillo sus hermosos y enormes zarcillos, que siempre llevaba puestos desde
que su mamá se los había regalado al cumplir los quince años.
Y así continuó la misa. Lo único que hacía la mujer era rezar y recordar a su
querido Manuel. Después el cura la acompaño a la puerta de la iglesia, y aunqueella lo contempló detenidamente no pudo reconocerlo.
La mujer caminó hacia su casa y cuando volteó a mirar una vez más el
templo, ¡que sorpresa!, ya no había luces ni estaba el cura ni vio a ninguna de las
personas que minutos antes había observado tan detalladamente. Pero Antonia no
le hizo mucho caso a todo ello, y más bien apuró el paso hacia su casa. En cuanto
llegó se quedódormida, satisfecha de haberle cumplido a su querido Manuel.
Más tarde, a plena luz del día, la despertaron unos golpes en la puerta. Era
sus vecinos:
-¡Qué pasó, Antonia? Todos te extrañamos en la misa de Manuel, ¡estás
enferma?
-¿Enferma? ¿Si yo estuve en la misa!
-Mujer -replicaron los vecinos-, todos venimos de la iglesia. La misa acaba
de terminar ytú no estabas.
-Hablamos con el cura a ver qué dice -propuso Antonia, un tanto confundida
y atemorizada.
El cura dio la razón a los vecinos y entonces Antonia contó lo sucedido:
-Padre, yo estuve en la misa. Estoy segura, aunque no reconocí a nadie, y
nadie me reconoció a mí. No vi a ninguno de ustedes y eso me extraño, pero la
verdad es que lo achaqué a mi...