cuentos
Del trabajo de mi esposo -El desempeña un cargo gerencial en un laboratorio- fue enviado a Barquisimeto, a un evento donde daría una conferencia. Sinembargo decidió llevarme a conocer esa ciudad. Tomando en cuenta que sólo iba a dar su conferencia, decidimos quedarnos casi una semana para conocer y disfrutar, algo que teníamos muchísimo tiempo sin hacer solos. Sería como una segunda luna de miel. Aprovecharíamos esa semana al máximo: En el día planificamos pasear por los alrededores, en las noches a bailar y luego hacer el amor que tanta faltanos hacía, pues por el trabajo teníamos algún tiempo que no follabamos. Sin embargo, de tanto caminar y bailar, estuve toda la semana sin sentirme acariciada sexualmente por mi pareja. Una noche antes de regresar las cosas cambiaron radicalmente. Tal vez demasiado.
Fernando me pidió varias veces que en Barquisimeto liberáramos nuestros deseos, que aprovecháramos que nadie nos conocía allá parahacer cosas que en nuestra ciudad no podríamos, y entendí que hablaba de lo sexual. No lo tomé para nada en serio. Aquella noche comenzó como las anteriores: tras paseos, baile, tragos, me vestí para la ocasión una blusa atrevida que Fernando me había regalado y que jamás me la había puesto por ser muy provocativa, salimos para una discoteca que ya habíamos visitado. Allí conocimos a César, unBarquisimetano de tez morena oscura, debo reconocer que bastante alto y guapo, una mirada que desarmaría hasta la más conservadora de las mujeres, de unos 38 años, muy cariñoso y amable, en su rostro se disfrutaba una linda sonrisa adornada con dos hoyuelos en las mejillas. Lo conocimos al presentarse un incidente tonto en la entrada de la discoteca y unas horas después, ya en el interior del local, seacercó presentándose y nos ofreció la mano, cuando le ofrecí mi mano el apretó mas de costumbre y leí su mensaje pero no di más importancia, El de una manera muy amable le pidió a Fernando si permitía bailar con su pareja. Mi esposo que no es muy celoso y estando ya un poco tomado aceptó amablemente, yo también, pues sentí curiosidad por bailar con alguien de allí, aunque debo confesar que mellamaba la atención ese moreno que en momentos, muy discretamente, lo observe bailando con una chica y lo hacía estupendamente bien, moviendo deliciosamente su cintura y cadera, sin duda sabia bailar y a mí me fascina!
La pista estaba a reventar, así que César y yo pronto dejamos de ver a mi esposo. Iniciamos el baile muy conservadoramente sin unir mucho nuestros cuerpos, solo esporádicamente y...
Regístrate para leer el documento completo.