Cuentos

Por supuesto que puede. He sellado la herida con falsi-piel; cuando se seque del todo y empiece a escamarse, la herida estará completamente curada. Buenos días, señor.
—Le acompañaré fuera —dijoEmde—. Por aquí.
Yei se enjuagó de nuevo los dedos. Mientras se los secaba con su toallita, preguntó por encima del hombro:
—Así que su gobierno fracasó, ¿eh?
—Exacto. Corrupción. Ineficiencia. Y unmontón de occidentales llamando a sus puertas. No podían controlarlo. Perdieron un par de guerras, y finalmente fueron derribados por Sun Yatsen y su gente.
Yei agitó la cabeza.
—Entonces, ¿por quéquiere alguien restablecer la dinastía?
Ael se encogió de hombros, y le complació descubrir que el movimiento no le producía dolor..., quien fuera que manejaba a distancia el saco negro conocía sutrabajo.
—Realmente tendría que cobrarle por la respuesta a eso.
—El código ético de los seeleys, ¿eh? —Pero sonrió.
—De la forma en que lo imagino, pese a que los fundadores de la dinastía Ts'ingeran extranjeros, la dinastía en sí fue, en concepto, apariencia, y desde el punto de vista mundial, el último gobierno auténticamente chino que haya existido. Fue, de forma definitiva, el últimogobierno puramente confuciano. Todos los gobiernos, desde entonces, han estado basados en una u otra ideología occidental, en su totalidad o en parte.
El otro agitó la cabeza. Un mechón de pajizo pelo rubiose deslizó hacia su frente.
—Puedo comprender eso. Mucha gente de nuestros días mira al pasado..., como esos peruvianos con su colonia inca en la Luna..., pero lo que no acabo de comprender es porqué le amenazaron.
—Porque, durante los primeros sesenta y algo años de su vida, Tan Wang Ch'i odió a los Ts'ing. Las cartas que escribió, y también los artículos y los poemas, estaban centrados enlas insuficiencias de la dinastía manchú. Escribió acerca de codiciosos señores, de niños muriéndose de hambre y de magistrados corruptos que lo hacían todo excepto transmitir las tarjetas de los...