Cuentos

 el 13 de enero de 1974, cuando le faltaba media vuelta para ganar la carrera del Gran Premio de Fórmula 1 de la Argentina, con 100.000 personas alentando en las gradas del Autódromo Municipal, Carlos Reutemann se quedó sin nafta. Cuarenta años después, a ocho minutos de los penales quizás gloriosos, a la selección le pasó lo mismo frente a Alemania. Pero ¿cómo nos llevamos los argentinos conla "segundez", neologismo nacido en el fórceps del apuro? En general, bastante mal.
Como no consiguieron el cielo pero tampoco lograron bajar al infierno del último puesto (¿quién no se enternece con el peor?), a los segundos se les reserva un limbo llamado olvido: un no lugar. Es que de algún modo extraño ellos también son excluidos sociales, una suerte de "ni-ni". Ni tan buenos ni tan malos.¿Cuántos segundos famosos recuerda, estimado lector, por fuera de Reutemann y Sabatini? ¿Cuántos subcampeones sobreviven más de un año o dos en las conversaciones de bar? La segundez nos pone frente a un desafío: salir de la trampa de la ciclotimia social.
Hasta 1930 la Argentina parecía correr con el caballo del comisario. Aún no estábamos "condenados al éxito", sino destinados al éxito. Pero algopasó en el medio. El caballo mancó. Sin embargo, por una extraña razón, la autoestima colectiva siempre quedó elevada... O falsamente elevada.
Infinidad de veces pasamos de pensar que somos los mejores ("Argentina granero del mundo", Mundial 78, Malvinas "vamos ganando", México 86, "en 2008 Lehman Brothers se cayó sobre el mundo, pero sobre nosotros no porque no vivimos de hipotecas ninecesitamos préstamos") a creernos los peores (golpes militares, devaluaciones, inflación, la moneda pierde 13 ceros en 40 años, crisis de 2001, "el mundo se nos cayó encima", etc.). Durante décadas se verificó un patrón repetitivo en la autoestima colectiva: pasábamos de la euforia a la depresión. Y de la sobrevaloración a la subestimación. ¿Sabe, querido lector, quién es el hijo preferido de la ciclotimiasocial? El exitismo. Los campeones nos garantizan "autoestima exprés".
En 1887, un oftalmólogo polaco llamado Lázaro Zamenhof inventó un idioma, el esperanto, con la ilusión de que se convirtiera en una lengua auxiliar internacional. El seudónimo de Zamenhof era "Doktoro Esperanto", algo así como "doctor esperanzado", por su anhelo de que todos los hombres pudieran comunicarse.
Pero eloftalmólogo tuvo poco ojo. El esperanto resultó ser el fútbol, el idioma universal con el cual todos los hombres, no importa de dónde vengan, logran primero entenderse y luego medirse. El gol de Mario Goetze, a ocho minutos del final, fue la ruptura de una ilusión: la de ejercer la supremacía planetaria en el idioma de todos.
Sin embargo, esta vez los argentinos parecemos habernos aplicado las inyeccionesque se daba Lionel Messi y pegamos el estirón. Signo de maduración emocional, gran parte del público fue capaz de reconocer y valorar al equipo, escapando de la desilusión fácil, de la crítica repentina y de la lógica binaria del "todo/nada-éxito/fracaso", todas ellas formas de adolescencia social.
Y, por último, querido lector, adelante tenemos a uno; atrás, a treinta. ¿Cuánto hubiéramos pagadohace un mes por este lugar en la fila?
Se consolidó un equipo joven y hay que prestarle atención porque la Argentina en toda su vida cotidiana vive buscando armar equipos. Posiblemente ésta sea su gran dificultad histórica en todas las áreas. Ya sabemos que hay un montón de individualidades, un montón de gente genial en distintos ámbitos, pero siempre aparece la dificultad de encontrarse,reunirse, acordar, armar equipo.
Todos los más chicos, los que nunca vieron a nuestra selección ganar un campeonato mundial, están impactados. Pero no tienen que perder la oportunidad de celebrar a lo que se llegó. Éste es un mensaje que quisiera darles a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, a nuestros ahijados, que no se acuerdan de lo que fue llegar a una final: esto es para celebrar.
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