Cuentos
Homenaje a Abuelas de Plaza de Mayo, Madres e H.I.J.O.S
Seguramente, Néstor de Vincenti nunca iba a olvidar aquella tarde con su madre. Ella se había encargado de que así fuera: mate con cascarita de naranja, buñuelos de manzana y ese empuje permanente a los sueños de su hijo.
-Te tejí este chaleco de hilo. La reunión de esta noche va a terminar tarde. Tal vezrefresque. Hay mucha policía en la calle. Cuidate
Se lo dijo en medio de un abrazo. No quería soltarlo-
-Te espero mañana. Voy a amasar fideos -le gritó mientras Néstor desaparecía en el largo pasillo, tirándole un beso con la mano.
(...) Tenía cincuenta y dos años. Era corpulenta, pero blanda y suave. El cabello recogido en la nuca, la cara redonda y los labios entreabiertos como si siempre estuviera apunto de decir algo.
Toda ella era un enorme abrazo, aunque había algo que la hacía diferente: esa mirada intensa y desafiante, un gesto que nunca imaginó le costaría la vida.
Aquella tarde, cuando despidió a Néstor, Azucena Villaflor sintió que nunca iba a volver a verlo y que había empezado su propia lucha.
No dijo nada a nadie. Pedro, su marido, lo notó.
-Es Néstor, ¿no?, preguntó
-Si. Se estánllevando a mucha gente. Treinta o más chicos por día. Chicos como Néstor: HIJOS.
(...) Lo sabía, lo sintió. Por eso, cuando la vecina la cita en la verdulería para decirle que se habían llevado a Néstor, muy golpeado, casi muerto, Azucena la abraza, le da las gracias y camina hasta la puerta de su casa con la mirada puesta en un punto lejano, en una idea fija que la hizo sentarse en el cordón dela vereda, mirar con cierto carió las suelas de sus zapatos y pensar: "A caminar, compañeras, a caminar." Hay que buscar a Néstor.
;En ese instante sintió que le nacía desde adentro otra mujer. Quedaba en un rincón, intacta, el ama de casa, la que amasaba, la que tenía todo impecable, la que barría, la que lavaba, la que escuchaba y se desvelaba. Desde el dolor y la bronca, desde la impotencia yla esperanza, abría la puerta y salía a la calle un mujer, madre, grito, rabia que con el tiempo se transformaría en el motor de otras madres y en la pesadilla de la dictadura.
;A partir de ese 30 de noviembre de 1976, Azucena se hizo oír y sentir en cuarteles, pasillos, mostradores, comandos, iglesias, hospitales, comisarías. La respuesta era siempre la misma: muecas, miradas congeladas por elmiedo, "que Dios la ayude", "tenga fe", "los chicos son así".
;(...) Hasta que una tarde, por fin, se encontró con un rostro como el de ella y otro... y, en un pasillo varios más, y en el mostrador; decenas. Rostros de párpados hinchados, espaldas vencidas y tobillos morados de tanto andar: Madres. Otras madres como ella. Se atrevió a hablar: -Esto no sirve. No sirven las colas, las pilas deexpedientes, las respuestas estúpidas, los comisarios, los curas. Tenemos que juntarnos. Que nos vean juntas. Que nos oigan. Que nos sientan. Vayamos a Plaza de Mayo y pidamos por nuestros hijos.
;Al principio fueron pocas. Pero el dolor y la esperanza fueron más fuertes que el miedo y ahí estaban, un sábado, tomadas de las manos, Las Madres de Plaza de Mayo.
;Ahí estaba Azucena creando una forma deorganización que el enemigo jamás iba a olvidar. Una plaza de Azucenas que seguirían creciendo a pesar de los inviernos y los otoños más implacables.
;La primera reunión en la plaza fue el 30 de abril de 1977: sábado y llovía. Eran sólo catorce. Catorce desafíos, catorce voces cansadas de reclamar, catorce mujeres coraje, catorce memorias que no olvidaban. Las reuniones se pasaron a los jueves. Lasmadres se multiplicaron.
Pero tampoco podían quedarse quietas, porque la policía no se los permitía.
-Circulen, circulen... -amenazaban.
;Fue la palabra clave para Azucena Villaflor.
Si quieren que nos movamos, lo haremos -dijo. Y empezaron a moverse, a dar vueltas. No las vencía ni el cansancio, ni el dolor, ni la desesperanza. La Ronda de Plaza de Mayo, La ronda del Coraje había comenzado. Era...
Regístrate para leer el documento completo.