Cuentotercerlugar

“A un paso para vivir”
Jessica Selene Domínguez Torres

Dos años han pasado, dos largos años… pero he pasado en terapia solo uno. Me llevo casi seis meses aceptar que necesitaba ayuda, dar un respiro y olvidarme de lo que me aquejaba vehemente. Por fin, he logrado convertir en recuerdos los amargos hechos. Ahora puedo ver atrás sin lamentarme por estar en el lugar, momento y con la personaequivocada.

Mi androfobia a disminuido notoriamente, todavía no está superada por completo, aún así, puedo estar cerca de los chicos tranquilamente, saludarlos y hablar mientras les sonrió con seguridad. Antes no hubiera podido hacerlo por ninguna razón.

Hoy es mi primer día, después de todo este tiempo, en una escuela mixta, había estado en una solo de chicas, se podría decir que esta esla última etapa de mi rehabilitación: enfrentarme a mis demonios.

Mire afuera del coche, el vidrio polarizado me protegía de las miradas fijas, curiosas pero ciegas de los alumnos de mi institución. Mi mente se cerró al ver tantos chicos, pude reaccionar hasta que mi mamá me sacudió un brazo. Ella estaba sonriéndome cálidamente, devolví su sonrisa tomando su mano y asintiendo levemente. Abríla puerta y me encamine hacia el nuevo, aunque conocido, universo del ambiente escolar.

Llegue a la sala de profesores. Lo primero que hice fue preguntar por quien me dijeron es asesor de mi grupo, el maestro Rogelio, que imparte la materia de física. Un señor muy agradable, con una voz muy tranquilizadora. Me hizo el favor tan grande de acompañarme al salón correspondiente, cuando entramosel típico sonido de las butacas acomodándose fue lo único que se escuchó. Todos comenzaron a murmurar como era de esperarse. La misma clase… la misma clase que me vio irme ahora me veía regresar. Había algunas caras nuevas y otras definitivamente más que conocidas.

- Bien – comenzó a decir el profesor -, creo que todos recordarán a su compañera, pero para los nuevos ella se presentará.
- Mellamo Olivia, es un gusto verlos otra vez. Para los que no me conocen, yo iba en esta escuela pero… - respiré hondo – por una situación tuve que ausentarme. Espero que nos conozcamos mejor – una ola estruendosa de aplausos se dejo venir después de que terminé de hablar.
- Puedes sentarte junto a Vanesa, ese asiento esta libre.

Me dirigí a la butaca que me indicaron. Incluso, para el cortotiempo que llevaba en el aula, podía asegurar que todos estaban al tanto de mi situación. El timbre para el receso resonó en la escuela, sentí una mirada fija en la nuca así que voltee, era Santiago.

Estaba sonriéndome, a pesar de saber que ya no era la misma chica que le gustaba hace tiempo. Santiago había sido mi primer pretendiente en la preparatoria, era y sigue siendo, un chico popular yguapo. Todo el tiempo en el que estuvo dándome presentes y llenándome de palabras dulces me pregunte una y otra vez, ¿por qué yo? Lo mismo de siempre, vas por ahí buscando a tu príncipe azul y cuando encuentras alguien que se ajusta a tu estándar sueles decir: ¿Por qué yo? Es demasiado bueno para ser cierto.

Cuando menos me lo espere lo tenía enfrente de mí. Por un momento sentí que mi mentese bloqueaba pero suspiré y me dije que tenía que enfrentarme a mi enfermedad. No podía dejar que ella ganara después de haber dado un paso tan importante, ahora el siguiente sería: hablar con un chico normalmente, nada pasa solo por hablar.

- ¿Podemos comer juntos? – Sin esperar una respuesta se sentó jalando una butaca cerca de la mía - ¿Cómo has estado? Parece que por lo menos ahora hesalido bien librado de alguna cachetada al acercarme.
- He estado bien, gracias. Y siento lo que pasó antes de irme, ya sabes… la cachetada, no podía controlarme en ese entonces.
- Te entiendo – Me dedicó una sonrisa y comenzó a comer.

No, no me entendía del todo, de eso estaba segura… pero que mostrará su apoyo en esos momentos me tranquilizaba y me hacía pensar que consideraba mis...