Cuestiones epistemológicas en antropología
Cuestiones epistemológicas en antropología
Inmaculada Jáuregui
Universidad de San Antonio, Murcia
Lo humano, entre dos mundos
En el libro de Otto Walter Ensayos sobre el mito, el autor nos describe la noche desde
una perspectiva literaria, pintada por el gran poeta romántico Hölderlin. Explica que
aquello que concierne los símbolos y la metáfora ha sido relegado al dominio de la
ficción poética, único medio en donde todo aquello que de esta realidad relega, como el
mito, la literatura y el arte en general es tolerado y protegido por nuestra confusión de
espíritu en lo que respecta a qué es justamente la poesía. Este autor afirma que el ser humano vive en dos mundos y a continuación nos da una imagen de ellos:
«Vivimos, […] en dos mundos.
Al final de su día, el investigador, el amigo de la ciencia deja de lado sus instrumentos y
sus gráficas. La tarde desciende poco a poco. A medida que la oscuridad se extiende,
nuestro investigador siente el temblor de una hora sagrada, ve resplandecer una
primera estrella en el firmamento, y casi se sorprende a sí mismo sacando soslayadamente los poemas de Hölderlin. Abre el libro, cayendo en el pasaje siguiente:
"La aldea alrededor nuestro se duerme. La calle iluminada acoge el silencio, y el ruido
de los coches con el deslumbramiento de sus antorchas, se alejan y mueren".
Después, siguiendo una lectura que no puede ya interrumpir:
"La voz de las campanas vibra en la calma del crepúsculo y el trasnochador, guardián
de las horas, vocifera un nombre. ¡Oh! He aquí el nacer y el estremecerse de la brisa a
las hojas extremas del bosque, ¡Mira! Y la réplica de nuestra Tierra, la luna,
apareciendo misteriosamente; y la Ferviente, la Noche viene, poblada de estrellas, y
todo indiferente a nuestra vida; La Portadora de maravillas, la Extranjera entre los
hombres, en las cimas de montes allí se extiende y brilla en su melancólica
magnificencia."
Nuestro sabio reposa el libro. El mundo alrededor de él se ha metamorfoseado. Los
cómputos de la visión científica del mundo de repente han perdido toda significación.
Todo ha tomado forma, todo vive, todo resuena. Todo aquello que hay de cotidiano ha
sido magnificado, elevado, por la expresión, una dignidad, una misteriosa excelencia le
ha sido conferida. Y sobre este mundo en donde todo es resonancia consienten a
posarse, llenas de asombro, las miradas de una silueta gigante la Noche» (Walter
1987: 4).
La representación que el poeta nos hace en este magnífico poema sobre la noche es completamente distinto de la representación que de ella harían los astrónomos: «las
representaciones suscitadas por el poeta no tienen ningún lugar en un universo regido
por leyes físicas» (Walter 1987: 5). Estas imágenes, estos símbolos no tienen ninguna
realidad material como aquellos objetos de nuestra experiencia prosaica, de nuestro
pensamiento inteligente y riguroso. Y, sin embargo, constituyen una realidad, pero
¿cuál?, ¿de qué realidad se trata? A falta de una respuesta fallida, podemos sentir que
estas imágenes alcanzan mejor las 'cosas' que ningún otro concepto o palabra; como
dice la voz popular: "una imagen vale más que mil palabras". Así pues, deducimos que
debe haber algo en las 'cosas' que demande ser abordado precisamente así, de forma
poética, y no de otra manera. Y es que hay 'cosas' en este mundo que no piden
explicaciones sino desvelamiento, desocultación. Tal es el caso del misterio de la
creación del mundo y del ser humano. Desvelar no es una cuestión de método sino de
arte, cuyo principio epistemológico de 'verdad', se encuentra ...
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